La del pasado sábado fue una tarde de contrastes para el Paiosaco. De alegría porque consiguió tres puntos vitales en la lucha por la permanencia en el campo de un rival directo como el Atlético Arteixo y de decepción por el trato recibido por parte de los aficionados situados en una de las gradas de Ponte dos Brozos con insultos y escupitajos.
El cántico más llamativo y lamentable de la primera mitad fue el de "Pablo Rodríguez, hijo de puta", coreado varias veces después de una jugada del lateral izquierdo verdiblanco. Pablo es uno de los futbolistas con comportamiento más ejemplar de su equipo. En las cuatro temporadas del Paiosaco en Tercera no vio ninguna tarjeta roja. En 98 partidos oficiales solo ha recibido doce amonestaciones.
El comportamiento más deleznable sucedió tras el pitido final, cuando los jugadores del Paiosaco se dirigían a su vestuario. Varios aficionados, situados en la grada del fondo, lanzaron escupitajos a algunos de los futbolistas verdiblancos entre los que se encontraban uno de los capitanes, el delantero Iván Amor, y el centrocampista Manu Eiroa.
El comportamiento de estos espectadores daña la imagen de un club ejemplar como es el Atlético Arteixo.