De Ángeles Barreiro a Yulenmis Aguilar. Tres décadas. De la buque insignia de la Escuela de Lanzadores de A Coruña, que en Barcelona 1992 fue la primera mujer en competir en unos Juegos. A la jabalinista cubana acogida en Oleiros por Raimundo Fernández desde finales de 2020 con la que el núcleo recupera su presencia olímpica. El considerado gurú de los lanzamientos, que convirtió a la ciudad en una pequeña Finlandia a principios de la década de los 90, guía a la de Bayamo hacia su mejor versión. Después de sufrir hasta el último momento para conseguir la clasificación para París y del sobresalto de una lesión de hombro que no le dejó trabajar en invierno, Aguilar vuelve a confiar en que la jabalina va a volar lejos. Parece que todo fluye. En poco más de una semana viajará a la capital francesa. El 7 de agosto disputará la calificación. Y si todo va bien, el 10, la final.
La caribeña hacía ayer carrera por el césped de la pista del INEF de Bastiagueiro y después, ya sobre el módulo cubierto que acumulaba calor en modo efecto invernadero, sin una sola brisa de aire, lanzaba el balón medicinal hacia la pared, protegida por una colchoneta, bajo la atenta mirada de su entrenador. Hoy, día festivo, tendrá que descansar de forma obligatoria porque las pistas están cerradas, incluso para una atleta olímpica. Y mañana tendrá dos sesiones, por la mañana en su sede habitual y por la tarde, en Santiago, porque de nuevo la instalación, propiedad de la Universidad, cierra sus puertas.
La próxima semana, la última antes de hacer las maletas para irse a París, ya le tocará bajar un poco el volumen de entrenamiento para recuperar un poco el cuerpo del esfuerzo de los últimos quince días en los que su técnico reconoce que le ha dado mucha caña para intentar recuperar el tiempo perdido. Pero los resultados son obvios. Raimundo Fernández cree que, para por lo menos, repetir los 63,90 metros que le sitúan en el décimo puesto del ránking mundial del año. Incluso para más y que no debería tener problema para estar entre las doce mejores de la calificación para llegar a la final. Yulenmis Aguilar está fuerte, en forma. Y sobre todo, sonríe. El mejor indicativo de su estado físico y mental.
De cosas peores ha vuelto. Porque llegó a A Coruña completamente rota. En plena depresión. Fuera de forma. Con las rodillas destrozadas. Fue como empezar prácticamente de cero. Pero había base sobre la que construir. En Cuba, Aguilar había destacado en edad juvenil, batiendo el récord del mundo de la categoría en 2015 y siendo ese mismo año subcampeona del mundo. Pero como sénior falló en las citas internacionales importantes, como el Mundial de 2015 y los Juegos de Río 2016. La selección de su país la repudió. Y ella se marchó buscando la oportunidad que ahora, desde el mes de abril, el de su nacionalización, España le brinda.
Hacía 24 años de la última lanzadora que, entrenando en A Coruña con Raimundo Fernández, se había clasificado para la cita olímpica. Fue Marta Míguez, que en Sidney 2000 se convirtió en la primera española que compitió en unos Juegos en lanzamiento de jabalina. Quizá la modalidad más técnica, pero también la gran especialidad de la casa, juntando durante años a los mejores lanzadores a nivel nacional como lo fueron Necho Fernández (hijo de Raimundo y ahora también entrenador de su grupo en el que está la subcampeona de España Carmen Sánchez), Gustavo Dacal y un poco antes, Julián Sotelo, recordman nacional y olímpico en Barcelona.
Los Juegos de casa supusieron un antes y un después en el deporte español. También para la Escuela de Lanzadores de A Coruña. Raimundo Fernández reunió bajo su techo a sus discípulos. Vivía en una casa cerca del estadio de Riazor. Casi como si fuera un centro de alto rendimiento, especializado en lanzamientos, en el que los atletas vivían por y para su preparación. De los que se preparaban para la cita celebrada en 1992, tres lo consiguieron: Sotelo, David Martínez en lanzamiento de disco (fue olímpico en Atlanta 1996 y Sidney 2000, pero ya no a las órdenes de Fernández) y también en disco, Ángeles Barreiro. Ella hizo historia y abrió camino para muchas otras. La primera mujer coruñesa (nacida en Boimorto) que alcanzó la gloria olímpica.
No llegó a Sidney, pero sí fue mundialista en Sevilla 1999 Dolores Pedrares en martillo. Otro nombre destacado fue el de Mercedes de Santaló, dominadora nacional de disco durante más de una década. Después el nivel de la Escuela fue gradualmente desciendo, aunque algunos focos mantuvieron encendida la llamada como las internacionalidades más recientes de Manuel Uriz y Borja Barbeito en jabalina. Hasta la llegada de Aguilar. La semilla vuelve a brotar. Y Raimundo Fernández, con 77 años, vuelve a sentirse joven. No estará, sin embargo, en París. Tendrá que conformarse con ver a su pupila por la tele. l