“El hockey es un deporte muy familiar”, responde Cirilo García, entrenador del Dinan Quévert, un enamorado del Liceo que este jueves, en la octava jornada de la Liga de Campeones, visita un Palacio de los Deportes de Riazor que ya pisó como jugador y ahora estrena en su nueva faceta en el banquillo. En el caso del técnico argentino, afincado en Francia desde hace dos décadas, la afirmación es además literal porque como su homólogo verdiblanco, Juan Copa, también tiene a sus órdenes a su hijo, Matteo, precisamente compañero de generación de Jacobo, con quien ya lleva unos años cruzándose con sus respectivas selecciones. Los Copa y los García. Dos estirpes a kilómetros de distancia pero con una historia común vinculada a la pasión por las dos ruedas.
“Es un poco complicado, pero nos hemos puesto reglas. No se habla de hockey en casa. Tratamos de separar”, comenta Cirilo García sobre cómo es entrenar a su hijo, aunque para él no fuese tan complicado porque ya le había dirigido en categorías inferiores. “Le entreno desde chico. Le he seguido como entrenador durante mucho tiempo porque fui entrenador de las divisiones inferiores en Saint Omer, donde él empezó, y también aquí en Quévert”, recuerda. Reconoce, no obstante, que el hecho de haber dado el salto los dos al primer equipo lo hace diferente. “Pero por suerte lo llevamos muy bien”, apunta.
¿Y le cuesta ser objetivo con él? “Eso seguro. Le pido un poco más que a los otros y es algo que soy yo el que lo tiene que manejar. Tengo ayuda al lado, un preparador físico de mucha calidad que es una persona que es amiga mía y que sabe intervenir en estos momentos en donde yo no hago lo necesario o lo correcto con ese tipo de cosas”, admite. Puntos en común y otros no tanto entre una familia y otra. Porque Juan Copa tomó distancia con la formación de Jacobo, que discurrió independiente en Dominicos, alejada de la sombra de su padre hasta que le tocó dar el salto y coincidir en un Liceo en el que siempre intentan separar ambas facetas, la personal (incluso con Jacobo viviendo ya fuera de casa) y la profesional. Pero para cuando no lo consiguen, también siempre les queda Marc Godayol o incluso los capitanes Dava Torres y César Carballeira.
Es cuestión de equilibrio y García no se atreve a darle un consejo a su compañero liceísta. “De un entrenador como Juan soy yo el que tiene que recibir consejos. La verdad que es una persona que yo admiro mucho y también he seguido a su hijo porque ha jugado en contra del mío. Tienen la misma edad y con la selección de Francia y la selección de España se han encontrado varias veces. Me parece un jugador excelente”, dice. “Estos chicos tienen 18 años y no es la edad más fácil. Pero bueno, todo eso se va aprendiendo. Ellos se irán calmando un poco con el paso del tiempo, de los años, y la experiencia y todo les va a sumar, les va a hacer muy bien”, continúa. “Yo creo que no van a tener problemas y que les va a ir muy bien en sus carreras deportivas”, añade.
El futuro más inmediato, no obstante, pasa por el partido de este jueves (20.30 horas) en A Coruña en el que el Liceo puede clasificarse para los cuartos de final de la Champions y el colista Quévert, que llegará este miércoles por la tarde y el jueves probará pista, apura sus opciones de seguir con vida. “Matemáticamente todavía tenemos posibilidades. Todo pasa por este partido y tenemos muchas ganas”, argumenta, recordando todavía el 1-6 de la primera vuelta que cree que no hizo justicia: “Me quedé un poco mal con el partido de aquí. Hicimos un primer tiempo muy parejo, pero la experiencia del Liceo, la velocidad de los jugadores y, sobre todo, la definición hicieron que el resultado fuera un poco abultado para lo que fue el partido”.
Según el técnico francés, su equipo ha ido a más a lo largo de la competición continental. “Estamos en plena formación y aprendizaje, porque todo esto es nuevo para nosotros. Hemos hecho buenos partidos, hemos jugado muy bien contra el Valongo, que le ganamos en casa, y en los últimos cuatro partidos de la Champions hemos ido poco a poco encontrando ese ritmo al que no estamos acostumbrados. Hemos mejorado mucho. Ahora nos empezamos a animar un poco más”, analiza.
El encuentro también supondrá el regreso al Palacio de los Deportes de Riazor de Guido Pellizzari, que anotó el único gol francés en el duelo del pasado mes de diciembre y que el curso pasado se convirtió en el refuerzo invernal de los verdiblancos para cubrir la baja de larga duración de Bruno Saavedra, aunque su experiencia solo duró unos meses, hasta el final de la temporada. “Él es excelente. Es un jugador que es muy trabajador, que es un ejemplo para el equipo. Nos ha venido muy bien ese ánimo y esas ganas que trae, esa garra que tiene”, valora sobre el también argentino, “y al venir del Liceo, nos ha enseñado su forma de entrenar, la motivación para cada entrenamiento... Todo eso empuja al equipo así que se ha adaptado muy bien”.
Cirilo García ya lleva veinte años en Francia, donde tiene su hogar y ha formado una familia, pero él es argentino, de San Juan, la patria del hockey (“son 30 ó 35 equipos en una ciudad de un millón de habitantes, eso es incomparable”) desde donde también llegaron a A Coruña muchas futuras estrellas. “El Liceo siempre fue mi club preferido en España porque tenía muchos jugadores que yo admiraba como Facundo Salinas o Raúl Monserrat, con el que pude jugar cuando empezaba y siempre me marcó mucho. Y para otros argentinos sirvió de trampolín, como a Pablito Álvarez, Matías Pascual...”, echa la vista atrás.
En su caso, su carrera no le trajo a España, sí a Italia, donde jugó en el Forte dei Marmi para llegar después a Francia, donde además del Quévert pasó por el Coutras y el Saint Omer, con el que visitó el Palacio de los Deportes de Riazor en la temporada 2013-14. En la primera vuelta de aquella Liga Europea, de hecho, los franceses consiguieron empatar en casa contra el Liceo (2-2), con uno de los goles de su autoría. Y marcó otros tres en A Coruña, pero no fueron suficientes (13-7). “Fue un partido raro, llegamos a estar 7-6. Pero me parecieron muy lindos el estadio y la gente, todo excelente”.
"El Liceo siempre fue mi club preferido en España por jugadores como Facundo Salinas o Raúl Monserrat"
García incluso se nacionalizó francés y jugó con la selección del país. “Fui el capitán durante la época en la que empezó el relevo generacional, cuando entraban los Di Benedetto”, enumera. Por lo que le tocó ser testigo de primera mano de la explosión que supuso la aparición de los tres hermanos (Carlo (ahora en el Porto), Roberto (Benfica) y Bruno (Oliveirense)) de madre coruñesa y pasado liceísta. “Hay muy buen nivel de los primeros cuatro o cinco clubes en Francia. La prueba es que el La Vendéenne eliminó al Valdagno hace poco. Pero es verdad que el hecho de no tener esa constancia de ritmo durante todos los partidos hace que el nivel se caiga un poco. Eso es lo que quizás nos cuesta un poco en Europa”, opina.
También cree que necesitan un empujón mediático para seguir creciendo. “Cuando Carlo ganó el Dragón de Oro salió incluso un artículo en L’Equipe. Eso era muy raro que pasara antes”, comenta. Aunque para él el verdadero problema es que el hockey perdió la condición de deporte de alto rendimiento en Francia. “Para las selecciones ha sido un duro golpe porque los desplazamientos ahora son complicados económicamente”. Juntos, porque él, completamente instalado, ya se considera un francés más y no piensa en volver a casa más que de vacaciones, reman para recuperar el estatus. “Hay una generación dorada y estamos empujando porque el hockey es un deporte muy lindo y que aquí también tiene muchos años de historia”.