La presentación de su libro Para siempre es mucho tiempo trae el jueves a Carolina Iglesias (Oleiros, 1993) a casa, una Coruña llena de recuerdos para ella, entre ellos los deportivos. De pequeña, la humorista, comunicadora y guionista practicaba judo y balonmano, aunque su pasión era el fútbol y el Dépor que veía con su abuelo y que incluso le hizo debutar en el mundo del periodismo con una entrevista a Diego Tristán y Pablo Amo para el periódico del colegio. Ella no sabía lo que vendría después. El éxito global de Estirando el Chicle fue solo el principio porque como su tocaya Carolina Marín, convierte en oro todo lo que toca.
El jueves viene a A Coruña a firmar libros en el FNAC y se enfrentará a uno de esos momentos de los que habla en la novela, el reencuentro con el pasado. ¿Qué recuerdos le trae si piensa en deporte?
Hice judo y jugué en un equipo de balonmano. Y a mí siempre me ha gustado el fútbol. Nunca jugué en un equipo, pero siempre lo seguí. Era como un evento, ¿no? Ver el fútbol con mi abuelo. El Dépor, claro. Para mí pasar tiempo con mi abuelo era increíble. Me acuerdo una vez que conocimos a Fran. Y mi abuelo, que no es que fuera tímido pero sí era un señor muy serio, fue la primera vez que lo vi nervioso. Fuimos alguna vez al estadio juntos. Le preguntaba cosas, al principio no las sabía, después sí, pero era solo para hablar con él.
¿Quiénes eran sus ídolos?
De pequeña, la plantilla del Dépor, en concreto, Valerón. Una vez entrevisté a Diego Tristán y Pablo Amo para el cole. Tenía diez años, estaba súper nerviosa y quería anotar a boli todas sus respuestas… La verdad es que tuvieron mucha paciencia y fueron muy majos. Yo aún no sabía que me quería dedicar a esto. Leía las preguntas, no escuchaba las respuestas… Algo he mejorado desde entonces.
Nunca jugué al fútbol en un equipo, pero siempre lo seguí. Era como un evento, ¿no? Ver el fútbol con mi abuelo. El Dépor, claro.
¿Y ahora si tuviera que remover cielo y tierra por un cromo, como la protagonista de su libro, por el de quién sería?
Seguramente por el de Alexia Putellas, no solo porque es la más mítica, sino también porque creo que ha tenido el trabajo de afrontar el cargo de responsabilidad de ser como la cara visible del fútbol femenino durante todos estos años, es como para poner en valor lo valiente y lo paciente que ha sido. Porque ha tenido que ser duro, sentirte como referente, sobre todo cuando a veces parecía que no había nadie más, cuando sí hay muchas más, ¿no? Ahora creo que está un poco más repartido, pero ella tuvo que ser muy constante y muy paciente, y eso lo admiro mucho. Y también por mi jugadora favorita que es Mariona Caldentey, que ahora estoy triste porque se ha ido del Barça.
O sea, que es del Barça.
Soy del Barça, pero soy del Dépor, no puedo dejar de ser del Dépor. El otro día me regalaron una camiseta del equipo femenino y me hizo muchísima ilusión. Es un orgullo que esté además en Primera.
¿Dónde estaba cuando el Dépor ganó la Liga?
En el cole. Y me acuerdo además de que al día siguiente fue como si fuera festivo. O sea, fuimos al cole, nos pintamos la cara de blanco y de azul. Estaba todo el mundo tan eufórico que no hubo clase.
Jugaba en el patio del colegio. ¿Le pasaba que primero tenía que demostrar que sabía?
A mí me pasaba que entraba a jugar y de primeras no me pasaban la pelota. Se pasaban entre ellos y acababa quitándosela a los de mi propio equipo. Yo estaba siempre de defensa, veían que conseguía robar balones y me fui haciendo respetar.
Hay tíos que afirman que podrían ganarle a Alexia Putellas. La gente no está en la tierra con nosotros.
¿Cree que esto ha mejorado?
No sé en qué punto está en los patios de los colegios, pero ahora mismo el fútbol femenino está en uno muy diferente. Cuando yo era pequeña no era por desinterés, pero no conocía nada del fútbol femenino. No lo he conocido hasta hace unos años y ahora hago hasta la colección de cromos. Notas que algo está cambiando y es bastante emocionante, y ya era hora, la verdad, pero que era mucho. Es mencionar el fútbol femenino y salen unas opiniones que es un poco desmotivadora a veces. Hay tíos que afirman que podrían ganarle a Alexia Putellas. La gente no está en la tierra con nosotros.
La importancia de tener referentes.
Ahora las niñas al ver que hay futbolistas en lo más alto por lo menos pueden pensar que también pueden ser ellas y tienen un argumento de cara a pelear en el patio para que les pasen la pelota: ‘Oye, que existe Alexia Putellas, ¿sabes?‘
¿Celebró más el título de campeonas del mundo o haber acabado la novela?
Hombre, la novela me costó más procesar que la había terminado. Pero lloré igual en los dos momentos.
¿Se ha hecho ya el tatuaje que prometió si se ganaba el Mundial?
Por suerte nadie más se acordaba de esto. Hice demasiadas apuestas porque estaba muy venida arriba. Pero es que yo tenía fe de que iban a ganar. O sea, no es que pensara voy a apostar cualquier cosa porque no van a ganar. No, no, yo estaba completamente convencida. Lo que pasa es que soy una bocas y se me calienta la boca, me hago la chula y luego ahora me tengo que ver que me tatúo en el pecho a Mariona Caldentey y no puede ser. Que me va a denunciar y no me va a dejar mandarle mensajes diciéndole que es la mejor. El día que la conozca en persona me va a bloquear.
Nos hemos juntado muchas que jugábamos en el patio del colegio y siempre habíamos querido jugar al fútbol y no habíamos tenido con quién, alquilamos una pista de vez en cuando y echamos pachangas dándolo todo
¿Qué es el Invertidas Fútbol Club?
¡Hombre! Es mi equipo con mis amigas. Nos hemos juntado muchas que jugábamos en el patio del colegio y siempre habíamos querido jugar al fútbol y no habíamos tenido con quién. Nos hemos juntado y de vez en cuando alquilamos una pista y echamos unas pachangas. Nos lo pasamos muy bien. Además, jugamos dándolo todo, no hay una competitividad mala, pero sí que, aunque estemos entre amigas, nos esforzamos mucho por ganar.
Aunque tenga sus peligros, como las lesiones.
Tiene narices que haya hecho tantas cosas y me haya lesionado jugando al fútbol en mi tiempo libre. Estuve bastante fastidiada del menisco el año pasado, me quedé sin verano, justo me lesioné a punto de empezar mis vacaciones y estuve dos meses con muletas. Le he cogido un poco de miedo al fútbol, pero bueno, con prudencia juego más o menos. Fue una putada la lesión. Veía a otras deportistas que les pasaba lo mismo y de repente me veía empatizando y me decía, tampoco hay que fliparse.
Como Carolina Marín, con quien comparte nombre y dicen que le confunden, aunque usted tiene más tríceps.
Es que justo fue poco después de lo mío. Y estuvimos hablando del tema y de ver el mundo con muletas también. O sea, yo, por ejemplo, me he dado cuenta de la cantidad de peligros que hay en la acera cuando llevas muletas. No está el mundo preparado para la gente que tiene movilidad reducida. Muy poco preparado. Que me haya tenido que pasar para ser tan consciente es fuerte.
¿Tanto deporte es bueno o malo?
A mí me salvó mucho la vida el deporte cuando me lesioné porque estuve yendo a rehabilitación para fortalecer el músculo cuando no podía casi caminar. Hice mucho ejercicio de fuerza y me ayudó mucho a mejorar. Le debo mucho al deporte, aunque si pudiera a la vez no lo haría. Hay días que digo: ‘Yo qué necesidad tengo de meterme en esto’. Pero también me da la vida y para la cabeza es increíble.
Nos habían engañado, toda la vida nos enfocaron el deporte a adelgazar, a una cosa de estétitica, y lo que tenemos que estar es fuertes
¿Ha llegado a ese punto que dicen de que lo pide el cuerpo?
A mí por ejemplo correr no me gusta, porque si no me persiguen y no hay un punto al final que me llame la atención, no tengo prisa. Pero los ejercicios de fuerza sí que me han motivado mucho. Nunca pensé que sería así, pero es una competitividad conmigo misma. Y creo que es muy importante que las mujeres hagamos ejercicios de fuerza. Siempre se ha tenido como miedo a que las mujeres levanten pesas porque parecía que una mujer musculada es menos femenina. Es como para decir: ‘¿Te crees que por levantar una pesa ya te va a salir músculo?’ Ojalá. Hay que estar fuertes. Estamos preparando el cuerpo del mañana. Y para la cabeza ayuda a desconectar. Como estoy tan centrada en levantar una cosa que pesa muchísimo, no puedo pensar en nada más.
¿También es un poco de empoderamiento?
El cambio importante que he percibido en mí es que siempre me habían enfocado el deporte a adelgazar, a una cosa de estética. Y yo ahora lo que quiero es estar fuerte, tener la espalda fuerte para no tener dolores. No me he enfocado al peso, que es lo que toda la vida y toda la sociedad lleva siempre empujándonos a eso. Nos habían engañado. Lo que tenemos que estar es fuertes.
¿Nunca había tenido esa relación sana con el deporte?
Nunca había tenido esta constancia. Ahora tengo una relación en la que, si no voy alguna semana, no pasa nada, no me siento culpable. No hay nada relacionado con el deporte que me genere culpa. Y eso creo que es de los mayores logros que he conseguido. Porque te das cuenta de que el mundo está rodeado de mensajes muy peligrosos. He conseguido un equilibrio muy bueno.