Tras una jornada de la WSE Champions League muy exigente, el Liceo –se midió al Benfica–y el Noia –jugó contra el Porto– se presentaban en el Palacio de los Deportes de Riazor para continuar luchando por los puestos altos de la clasificación.

El partido, aunque cabría esperar un ritmo lento por el gran esfuezo realizado por el Liceo, fue todo lo contrario. Comenzó con mucha intensidad por parte de ambos conjuntos.

El equipo herculino era el encargado de llevar el peso ofensivo del encuentro,  mientras que el Noia se mostraba muy expeditivo en defensa y apenas inquietaba la meta defendida por Martí Serra.

Sin embargo, cuando merodeaban su área, había sensación de peligro, sobretodo por las faltas que estaban provocnando, auqnue algunas fuesen un poco discutidas por el público liceista.

A pesar de esta situación, el Liceo no se dejó intimidar y siguió atacando la portería de Roca, pero ni Pol Manrubia, con manos a  mano, ni Àlex Rodríguez ni César Carballeira con sus disparos lejanos eran capaces de anotar.

Redoblando esfuerzos

Esta situación menguó la forma física del conjunto enrtrenado por Juan Copa e hizo crecerse al Noia.

Quizás estaba pasano factura el encuentro del pasado jueves. Pero todo lo contrario, cuando entraron los suplentes se produjo un incremento de intensidad y más ataques, pero con la misma suerte de cara a gol.

Todo bien hasta que el Liceo cometió la novena falta y le obligó a jugar un poco más tranquilo en defensa, pero no sufrió muchos apuros y se irían al descanso con empate a cero pero con la sensacón de ser muy superiores.

A la vuelta de los vestuarios,  ambos conjuntos volvieron con mucha energía y con ganas de abrir la lata.
Pero ninguno era capaz de conseguirlo, hasta que llegó la décima falta del Liceo, lo que suponía una directa para el Noia. Gabarró sería el encargado de lanzarla y fallarla, pues se topó con un enorme Martí.

Llegan los goles

Esa parada espoleó a sus compañeros que buscaron con más ahínco el tanto, pero no llegaría.. En cambio, elNoia si que lo conseguiría en una jugada aislada que se encargó de rematar Ballart en el segundo palo.

El gol encajado espabiló más a un Liceo, que se volcó en ataque. Fruto de esta nueva ofensiva, conseguiría igualar la contienda por medio de Àlex. Y casi sin tiempo para celebrar, el jugador catalán anotaba su segundo tanto gracias a un disparo lejano, para delirio de la afición.

Sin embargo, la alegría duraría poco tiempo, porque Gil devolvería la igualada al luminoso después de una gran jugada colectiva.

A partir de ahí, el marcador no se movió más a pesar de un útlimo intento, en boca de gol, del Liceo.