Sólo tres jugadores –Monaghan, Peciukevicius y Javi Vega– siguieron en nómina a pesar de la brillante temporada precedente. Y ello con el mismo jefe de banquillo.
La gran cantidad de cambios trajo consigo el habitual mal inicio de curso: derrota inicial en Cáceres y en el debut en Riazor, ante el Real Valladolid.
Con una pequeña vendetta comenzó la reacción. Los de Sergio García iniciaron en la cancha de su verdugo en las semifinales 20-21, el Granada (79-88) una tacada de seis victorias, entre ellas una palizón (96-62) a uno de los gallitos, el Gipuzkoa; una centena ante otro, el Palencia (105-93), y un 68-80 en la pista del Bàsquet Girona. En este último partido aún no había bajado al parquet su presidente, un tal Marc Gasol. El hombre que cambió la competición. Y que se llevaría al Leyma por delante.
La buena racha naranja topó con el de siempre, el Oviedo. La bestia negra arrasó en el Palacio (61-83). La desgracia no vino sola. En la siguiente jornada, derrota en Lleida (84-83) después de que Javi Vega fallase el triple final.
El Leyma entró en una dinámica de ganar en casa y perder fuera, hasta que volvió a cogerle a pulso a actuar como visitante, venciendo en Castellón (80-85) y Valladolid (78-100), aunque sumando una incomprensible derrota en Riazor ante el Almansa (79-95). Y otra contra el Granada (77-85).
Esta última dio entrada a la fase más negra de la temporada: dos victorias en siete jornadas. Y no sólo eso. Una inexplicable crisis anotadora. En tres de esos encuentros los de Sergio García ni siquiera llegaron a los 70 puntos. En las canchas del Gipuzkoa (62-49), del Palencia (80-67) y del Oviedo (67-70). Algo difícilmente explicable en un equipo que se había convertido en el más ofensivo del campeonato.
La reacción, de nuevo con muchos puntos, empezó contra el Força Lleida (88-63), éxito seguido de un triunfo en Melilla (72-80) y otro, de mucho más valor, por el rival y por el marcador, en el Palacio frente al Estudiantes (87-68). El HLA Alicante (66-79) y el Iraurgi (95-87) fueron las siguientes víctimas de un Básquet Coruña que parecía haber cogido la ola buena.
Pero la ola rompió en el tramo final: derrota en la pista de unos de los implicados en la lucha por la permanencia, el Prat (83-79); apuros para doblegar en Riazor a un rival de la zona media de la tabla, el Castelló (78-74), y KO final en el feudo de uno de los de la zona media-baja, el Almansa (83-79). Resultados que construyeron la percepción de que el de Sergio García era un equipo con mucha menos energía de la que exigen unos playoffs.
Una percepción de impotencia acrecentada por el rival en cuartos de final, el Bàsquet Girona de, ahora sí, Marc Gasol. Con el Defensor del Año de la NBA 2012-2013 en el parquet, el conjunto catalán se convirtió en el enemigo más temible.Ocho victorias en las últimas diez jornadas lo acreditaban. Entre ellas las tundas en Riazor (72-96), en Huesca (50-85) y al Oviedo (99-74). Una locomotora a velocidad máxima.
El Básquet Coruña, que había sufrido dos lesiones importantes en su backcourt, las de Pecius y Alex Hernández, se hizo con Zaid Hearst, que había sido un gran anotador antes en las filas de Araberri (20,2 puntos de media) y del Alicante (18,0), para reforzar el arsenal ofensivo, aunque el problema sería otro y el escolta de origen nigeriano ni siquiera tendría tiempo ni para aclimatarse a sus nuevos compañeros.
La serie tuvo poca historia. El Leyma apretó –sin llegar a ahogar– en el primer episodio, disputado en Fontajau (74-66), donde pudo limitar los daños del huracán Marc (14 de valoración). El santboiano y Txemi Urtasun (19 puntos, con 5 de 7 en triples) encabezaron la masacre del segundo (92-62). El tercero fue un quiero de 30 minutos y un no puedo de 10, los finales (19-29), que desembocaron en un 76-85 que mandaba a los naranjas de vacaciones y acabaría con el ciclo –de tres campañas– de Sergio García a la batuta.
Veinticinco días después, el club herculino anunciaría el fichaje de Diego Epifanio.