Caer y levantarse es la historia del Deportivo Liceo. Este año ya se ha caído unas cuantas veces, pero siempre se levanta. La última, en el primer partido de la Champions. Cinco días después de encajar una dolorosa goleada en la OK Liga contra el Barça (6-0), el equipo coruñés volvió a morder el parqué del Palau Blaugrana (8-2), pero otra vez con una reacción de carácter que es innegociable.

Fue un Clásico descafeinado, para que nos vamos a engañar. La superioridad del Barça en la primera mitad dejó el partido visto para sentencia en el descanso (5-0). Sacó todo su orgullo el Liceo a la vuelta de los vestuarios –más de uno pagaría por escuchar la charla de Juan Copa– con dos goles, un bombazo de Tomás Pereira de falta directa y otro Dava Torres. “Esto, esto”, gritó el capitán señalándose el escudo en la celebración.  

Apagó el conato de remontada Sergi Fernández con un paradón en otro palazo del portugués Pereira, esta vez desde el punto de penalti con 5-2 en el marcador y 15 minutos en el reloj. Al Barça no le gusta perder ni a las canicas y en ese último cuarto de hora firmó otros tres goles para ganar también el parcial del segundo tiempo.

Pura efectividad

Si el Clásico de la OK Liga se rompió con cuatro goles azulgranas en tres minutos y 46 segundos en las postrimetrías de la primera parte, el duelo de Champions se quebró en dos arreones gracias a la efectividad de los sticks locales.

Un cañonazo del coruñés Ignacio Alabart abrió la lata los tres minutos y un arrastre del exliceísta Marc Grau encontró la red del ayer titular Tiago Rodrigues a los cinco. 2-0 en un suspiro. Mal asunto. Si el pasado sábado el Liceo discutió la posesión en un tramo inicial muy igualado, el Barça fue más agresivo, en defensa y en ataque, para adueñarse de la bola desde el principio. Y con la pelota, es uno de los mejores del mundo.

Y en el área tiene un auténtico ‘killer’, João Rodrigues, que (casi) todo lo que toca acaba en gol. Necesitó poco el portugués: un rechace de su tocayo Rodrigues para hacer el 3-0, un genial pase de Pau Bargalló para empalar el 4-0 y un penalti para sellar la ‘manita’ antes del descanso.

Reacción

La reacción del Liceo en la segunda mitad, no sólo por los goles de Tomás y Dava, sino por mostrar una versión más competitiva y no bajar los brazos pese al segundo batacazo en cinco días ante el eterno rival, es el clavo ardiendo al que se agarra su afición.

Por segunda temporada seguida, el equipo coruñés inicia la Champions con una goleada a domicilio –en 2022 fue un 5-1 en la pista del Oliveirense–, pero entonces acabó peleando la clasificación para la Final a ocho hasta el último minuto. Es parte de un proceso vivo, que alcanzará su punto álgido en los meses de febrero, marzo y abril. Esa será otra historia. Mientras, el domingo vuelve la OK Liga a Riazor con otro Clásico contra el Reus. Toca levantarse.