El pase al espacio de Xavi Hernández, el cuerpeo de Fernando Torres con Philipp Lahm y el balón picado a la salida de Jens Lehmann. Era el minuto 33 en el Estadio Ernst Happel de Viena. La noche del 29 de junio de 2008. El broche ante Alemania de una Eurocopa que cambió la historia de la selección española, una gesta de la que se cumplen quince años y que abrió el mayor ciclo de gloria del fútbol español.
"Le dije que iba a marcar dos goles y le di un beso en la frente", confesó posteriormente el técnico que impulsó el cambio, Luis Aragonés. Se equivocó por un tanto, pero acertó el jugador que decidiría la final. 'El sabio del éxito', como reconoce quince años después la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), en su recuerdo de una fecha inolvidable.
Su sello como seleccionador es imborrable. El fin de su obra fue la conquista de la que era la segunda Eurocopa en la historia de España. Con imágenes inolvidables aquel 29 de junio. Desde la motivación al puro estilo Aragonés, la preparación táctica de la final, hasta el manteo de la celebración por un grupo de jugadores que marcaron la etapa de más éxitos de la selección en cuatro años en los que conquistaron dos Eurocopas y, entremedias, un Mundial.
"Ey, escúchenme, nos ha llegado el momento después de dos años. Nos han metido hostias de todos los colores. Vamos a demostrarlo ahí, en el campo. Y cuando estoy cansado levanto la mano y sale un compañero", dijo Luis Aragonés en su charla en el vestuario visitante del Ernst Happel, donde se mascaba la tensión minutos antes de iniciar la final ante la poderosa Alemania.
Antes, en el hotel de concentración, Aragonés había dejado frases para el recuerdo eterno con su particular estilo para liberar de presión a sus jugadores: "Si yo no estoy en la final con este equipo soy un mierda. He organizado una mierda de equipo. Salimos con un pensamiento positivo de que vamos a ganar. Sólo pido que jueguen y se diviertan jugando".
Su último aliento estaba repleto de motivación. Siempre con un guiño para restar tensión a sus jugadores provocando la risa. Llamaba Wallace a Ballack. Repetía palabras que provocaban que los futbolistas no pudiesen aguantar la risa. Su "condición física de base" o "pasillo de seguridad".
El grito de "ganar, ganar y ganar" en corro de todos los que integraban la selección española antes de pisar el césped marcó una Eurocopa en la que España enterró miedos del pasado. Lo hizo en la tanda de penaltis de cuartos de final, la barrera psicológica, ante Italia con las paradas de Iker Casillas. Antes había vencido todos sus partidos de grupo ante Rusia (4-1), Suecia (2-1) y Grecia (2-1). En semifinales volvió a golear a Rusia (3-0) antes de tumbar la aureola de intocable en las grandes citas de Alemania.
El triunfo puso fin a 44 años de frustraciones, sin títulos, e instaló al fútbol español en la cumbre. No se bajó en cuatro años inigualables de la 'generación de oro' que cambió la mentalidad, enterró fracasos y convirtió a la selección española en ganadora.
Un inicio con sufrimiento de la final de Viena, un remate al palo de Sergio Ramos y el gol de Fernando Torres que terminó de cambiar el rumbo antes de un dominio español en la imposición del estilo del toque.
Casillas, Sergio Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila, Senna; Iniesta, Xavi, Cesc, Silva y Torres fueron los titulares. Xabi Alonso, Cazorla y Güiza los tres cambios en una de las noches más grandes en la historia de la selección que cumple quince años.