No son los cerca de 340 abonados de la temporada pasada (el acumulado de dos campañas por culpa de la Covid), pero este curso 125 socios del Deportivo reciben entre ayer y hoy las insignias de plata del club. “El acto social más importante del Deportivo cada año”, como lo presentó el 27 de abril del año pasado el polifacético deportivista Paco Lodeiro en el salón Arao de Palexco, se trasladó esta vez al Abanca-Riazor.
Allí, los abonados tuvieron la oportunidad de hacer un recorrido por el interior del estadio, por esos pasillos que tanta historia tienen y que ansían volver a recibir equipos en el fútbol profesional.
Después del tour por el campo, el Deportivo procedió a entregarles esa insignia tan merecida por tantos años de apoyo a la entidad blanquiazul.
Cuando se hicieron abonados del conjunto herculino en la temporada 1997-98 el Deportivo sufrió el ‘Rivaldazo’ con la llegada del Barça a última hora del mercado estival para dar al traste con las aspiraciones del conjunto coruñés, que se las prometía felices con aquel equipo en el que estaban Djalminha, Luizao, Conceiçao... además de los Mauro, Fran y compañía. Poco duró Carlos Alberto Silva, apenas seis partidos. José Manuel Corral completó aquella temporada en el banquillo. El Depor lo pasó mal, llegó a estar en puestos de playout y concluyó duodécimo con 49 puntos, cinco por encima del Compostela, que fue decimoséptimo y descendió en aquella Liga que conquistó el Barcelona con el Athletic segundo y la Real Sociedad en el podio, justo por delante del Real Madrid.
Javier Irureta metió al Celta en competiciones europeas ese curso y, a la conclusión del mismo, dejó Balaídos para iniciar en Riazor la mejor época de la historia de la entidad blanquiazul, con una Liga, una Copa y dos Supercopas.