Arsenio Iglesias siempre le dio valor a los puntos. “Lo importante es sumar, ¿me entiendes?”, acostumbraba a decir tras los empates en las ligas en las que con la victoria se sumaba de dos y no de tres. ¡Y tanto que valían aquellos puntiños! Así anda el Deportivo ahora, dándole valor al puntiño. “Hay que valorarlo”, rescató Óscar Gilsanz, que se sienta donde ante lo hizo el sabio de Arteixo y al que la gente pitó ayer como solía hacerse con el mejor entrenador de la historia del club. A la parroquia no le gustaron ni los cambios ni el momento para hacerlos.
El Deportivo sumó, tiene 36 puntos y tras el tentempié posterior al partido se aprestó a presenciar que hacía el Eldense ante el Albacete. En esas andamos. La tarde, que parecía luminosa a la hora de la comida, se torció en la merienda y el descenso que estaba un puntiño más lejos, a ocho de distancia, se quedó a cinco tras la victoria del equipo que dirige José Luis Oltra. Ni tan mal todavía para un equipo en el que sus dirigentes admiten que hay cuatro años para dar el salto de categoría. Hacia arriba el brinco, claro. El Huesca, con el menor tope salarial de la categoría se presentó ayer en Riazor como tercero en la clasificación. Se llevó un puntiño que le supo a gloria. “Nos acerca al objetivo de los 50”, explicó al final Antonio Hidalgo, un entrenador al que conviene seguir de cerca. Le faltan dos puntos para ese objetivo. “Van a pelear hasta el final por el ascenso y el playoff”, reflexionó Gilsanz antes de abandonar el estadio.
Del coliseo herculino se fue la gente entre el desencanto y la resignación. El empate a cero fue el colofón a un partido que fue un quiero y no puedo, una liza que pudo decantarse de inicio cuando, tras un monumental centro de José Ángel, el central Pablo Vázquez creyó reivindicarse tras sus recientes malas actuaciones. Más allá de talentos y cualidades estamos ante un guerrero, con un tipo con el que se puede ir a cualquier litigio. Así que entró con todo a por ese caramelito que envió su compañero al corazón del área y contactó con el esférico con algo que pareció cabeza, codo y brazo.
El árbitro concedió gol. El VAR mandó parar y como tampoco lo debía de tener muy claro llamó a Arcediano Monescillo (todos los árbitros deberían apellidarse así) para que se mojase ante el monitor. Con una intensa solana a su espalda y la presión de tirios y troyanos, el colegiado que más partidos ha arbitrado en la historia de la Segunda División decidió que aquello era mano. O más bien brazo. Si hubiese sido al revés y se dictaminase que fue gol, el deportivismo tendría razones para sentirse agraviado.
Ya no hubo más dianas, pero entonces no lo sabíamos. Lo que se percibía era un Deportivo dominador, con fútbol, también con una cierta falta de colmillo por más que Zakaria Eddahchouri dejase claro que tiene hambre. Se le nota en ese ansia que tiene por buscar portería desde cualquier ubicación, detalle interesante para un delantero. Hay algo en el nuevo atacante deportivista que remite, salvando siderales distancias, a Diego Tristán, que aprovechaba cualquier resquicio en la frontal para sacar el zapatazo.
Eddahchouri volvió a gustarle a la gente, quizás porque destila más codicia que temores. También tuvo algo más de ochenta minutos de juego y Gilsanz entendió que en los últimos minutos Barbero podría darle algo diferente. De Bouldini, sentado en las profundidades del banquillo, no hubo noticias. Tampoco de Herrera. Ambos parecen haber caído hacia la cola en la lista de preferencias del entrenador, que al menos esta vez tampoco pareció encontrar soluciones para refrescar el equipo, que dio síntomas de agotamiento, hasta los instantes finales del duelo.
El vídeo mató la estrella del Deportivo, que controló el partido y por momentos sometió al Huesca, pero no acabó de rematarlo. Debieron de ganar los blanquiazules, a los que les faltó claridad en el área rival, también puntería en las opciones más claras que tuvieron, sobre todo en aquella que abrió Mario Soriano con un taconazo genial para dejar ante el gol a Yeremay, que remató al palo. Eddahchouri acudió al rechace, pero no pudo dirigir su remate entre palos con el portero visitante superado. Aunque lo mismo que pudo ganar el Deportivo también tuvo oportunidades de golpear el Huesca, que se apostó a la espera de una oportunidad. Otros lo hicieron antes con tan poco, con mucho menos que el error de José Ángel que propició un mano a mano de Javi Hernández ante el que Helton Leite volvió a darle puntos al equipo.
El partido, que pareció de inicio decantado en favor del Deportivo, avanzó de manera irremediable hacia una igualada que pareció incluso sosa, un quiero y no puedo que deja un amargo sabor de boca no solo por como se definió al final la jornada sino porque el equipo demostró que no es mucho menos que un rival que pelea en los puestos cabeceros. Es la paradoja de esta categoría que se define por detalles y en la que se premia el rigor y la capacidad para exprimir valores y minimizar defectos.
El Deportivo anda en esa batalla. Es un equipo por momentos amable de ver, vistoso y pinturero cuando se juntan sus talentos. Pero no es un combo acabado. Quizás, en efecto, sea una cuestión de tiempo. Y mientras tanto recemos para que la salvación no se encarezca todavía más y pensemos que el triunfo del Eldense no solo importuna en A Coruña sino que sirvió para que se torciese el gesto en los cuatro puntos cardinales de la geografía de la liga de las hipertensiones.
El Deportivo apenas tiene un jugador de baja, el lateral izquierdo Sergio Escudero. Para suplirlo se incorporó sobre la bocina del mercado de invierno al serbio Nemanja Tosic, de manera que Óscar Gilsanz dispone en el día a día de 26 futbolistas (Obrador y Patiño tienen dorsal del filial), que en realidad son uno más si se considera que el meta fabrilista Alberto está en dinámica del primer equipo.
Entre toda esa prole debió de elegir este domingo el entrenador para hacer su convocatoria. Y decidió dejar al margen a Charlie Patiño, que encadena percances en las últimas semanas, y al propio Tosic, de manera que solo había un lateral zurdo específico entre los 23 elegidos de Gilsanz. No estaba Tosic, al que se reclutó como alternativa a Obrador y ese fue su rol el pasado domingo en Elda. “Fue una decisión técnica”, indicó el preparador betanceiro, que ayer no movió el once hasta más allá del minuto 80.