Entiende lo privilegiado que es por ser futbolista y contagia su pasión por lo que hace. Pablo Jean-Antoine Martínez Espeisse (Martigues, Francia, 1989) sabe lo que es vivir en el ‘mundo real’, más allá del fútbol, y por eso valora su día a día como si fuese un tesoro. Sin pelos en la lengua, se moja en todos los temas, con una sinceridad aprendida en casa.
El año pasado jugó prácticamente todo con su compañero Pablo Vázquez, esta temporada hay momentos en los que entra, en otros sale del equipo, ¿cómo lo lleva?
Hay que acostumbrarse a este nuevo rol. Cuando salí del equipo con Imanol lo merecía. Lo dije entonces, no estaba haciendo un buen inicio de temporada y me vino bien sentarme un poco y centrarme mucho más en el trabajo. Cuando volví se vio que estaba un poco mejor. Jugué un par de partidos, ahora le toca a Barcia y voy a esperar de nuevo mi turno, hasta que me toque otra vez, para darlo todo.
No es habitual que el jugador sea tan sincero, ¿falta naturalidad en ocasiones a la hora de decir las cosas en el fútbol?
Yo soy así desde pequeño, mis padres me enseñaron a decir siempre la verdad. No me voy a esconder detrás de excusas, no las hay. Con la edad también sabes cuando juegas bien y cuando mal. Cuando acaba el partido yo mismo sé si hice un buen o un mal encuentro, no necesito que nadie me lo diga. El inicio (de temporada) fue malo, colectiva e individualmente, me tocó a mí y lo que hay es que centrarse de nuevo en el trabajo. Cuando juegas si te centras en otra cosa y crees que eres el mejor, ves que no. Aquí hay otros jugadores que lo hacen de puta madre, perdón por la expresión, y hay que aceptar cuando te toca ir al banquillo, animar al equipo y trabajar más.
¿Qué le han enseñado dos compañeros tan diferentes, por edad y trayectoria, como Pablo Vázquez y Dani Barcia?
Barcia esperó todo el año a que le tocase su turno, le llegó este año y lo hizo de puta madre. Disfruto viéndolo jugar, aunque disfruto más si estoy en el campo con él (risas). Lo miro y soy como todos los aficionados de aquí, me encanta Barcia. En el caso de Pablo me gusta por las ganas con las que juega, como también me encanta Jaime. No jugó mucho este año, pero nos aporta muchísimo en los entrenamientos. Se puede aprender de cada uno, no importa la edad o el nivel.
José Ángel les ayuda ahora en la salida balón. Usted con el Estrasburgo destacó en esa línea de tres centrales y ganaron la Copa con ese sistema, ¿le gusta este nuevo dibujo?
Sí. Me gusta más cuando jugamos contra dos delanteros, porque en esa salida con Helton somos cuatro y es más fácil para nosotros el salir con la pelota. Es algo que ha implantado el míster y nos sale bien. Tenemos más el balón y para el futbolista jugar de esta manera es un placer enorme.
Comentó en una entrevista que trabajó en Carrefour y en la empresa de transportes de sus padres y que estas experiencias le habían dado una perspectiva de la vida diferente ¿Es importante para el futbolista el conocer esa ‘otra vida’?
Sí, puede ser. Hay jóvenes que crecen en el fútbol y solo conocen eso y no ven lo que hay alrededor. Yo lo viví, se acabó el fútbol durante un tiempo y me fui a trabajar con mis padres y después a Carrefour. Trabajar en la empresa de tus padres tampoco te ayuda mucho porque tengo una madre que me cuidaba mucho y me pagaba más de lo que hacía y entonces no me ayudó en este sentido (risas). Pero cuando trabajé en el Carrefour me levantaba las siete e iba entrenar a las cinco cada día. Eso te abre los ojos de lo que es el mundo del trabajo. Cuando firmas tu primer contrato profesional y te dedicas solo al fútbol te das cuenta de la suerte que tienes. Ahora mismo disfruto el doble de este momento.
¿Es el futbolista un privilegiado?
Sí, sí. Venimos cada mañana a entrenar, a hacer lo que nos gusta, por la tarde descansamos y ganamos mucho dinero, porque es muchísimo para lo que hacemos, pero es así. No vamos a cambiar ahora el mundo del fútbol.
Usted que tiene hijos, que ven como lo paran por la calle, que saben que su padre es famoso, ¿cómo se les explica que además del mundo del fútbol la vida son otras cosas?
Al principio fue un poco difícil, porque se fijaban mucho en la gente cuando me miraba por la calle, o me pedían fotos y se lo expliqué. Pero yo no metí a mi hijo dentro del fútbol. Tengo un hijo y una hija, son mellizos. Cuando ya estaban en edad de hacer deporte les pregunté qué querían hacer. Le expliqué a mi hijo que él no tenía que practicar fútbol aunque yo lo hiciese. Desde el principio quiso jugar al fútbol y cuando me pregunta algo intento ayudarle y decirle la verdad, pero yo le dejo crecer. No soy un padre que va al campo a gritar. Juegue bien o mal yo estoy contento, porque lo fundamental es que sea feliz. Y en el caso de mi hija hace baile y pienso lo mismo, mientras sea feliz que siga.
El otro día regaló una camiseta a unos niños al final del partido con el Almería. Aunque Coruña es una ciudad muy pequeña, ¿cómo lleva que la gente le conozca o le pare y le pida fotos?
Muy bien, siempre lo hacen con respeto. Me encanta hablar con la gente, por eso intento quedarme el máximo tiempo posible después de los partidos y hacerme fotos con los niños, yo también lo fui y sé la alegría que les das. Creo que toda esta atención no la merecemos, porque somos personas normales, como todo el mundo, pero si podemos dar una alegría lo hacemos.
Es uno de los capitanes y en el equipo vivieron hace poco la salida de Lucas, esta temporada también la de Imanol Idiakez, ¿está siendo difícil?
Sí, son piezas muy importantes. Imanol fue el entrenador, junto con Mario Gibanel, que nos ayudó a ascender. La piña que teníamos el año pasado con Lucas, con ‘Balen’ (Balenziaga) que también se fue, empezó ahí. La salida de Imanol nos dolió, pero llegó un hombre de la casa por el que también lo queremos dar todo, porque se merece lo que tiene ahora. También está la salida de Lucas, que se puede entender porque lo personal siempre es prioritario al fútbol. No se ve el trabajo que hacían aquí dentro. Lucas dentro del vestuario era el capitán de verdad.
¿Es más una pérdida a nivel futbolístico o personal?
Ambas. Vivimos juntos todos los días, pasas más tiempo con tus compañeros que con tu familia y tenemos una familia dentro del vestuario, esto es verdad. El grupo que tenemos es la hostia, no hay ninguna queja, todo el mundo se lleva bien y eso ya empezó el año pasado. Pero perder a personas con las que has compartido ese ascenso duele.
Además de ese Lucas capitán estaba el jugador que arropaba a los jóvenes, como Mella, Yeremay…
Sí, cuando ves la carrera de Lucas, eres joven y llegas a este equipo lo escuchas. Metía caña dentro del campo y nos ayudaba mucho.
¿Habéis podido, a pesar de estas salidas tan duras, crear una nueva familia?
Sí, la familia que tenemos es una piña diferente, porque no son las mismas personas, ni hemos vivido lo que se vivió el año pasado. Lo vivido la temporada anterior fue increíble. Todo empezó en Irún donde nos dijimos las cosas, como hace un padre con sus hijos.
Merezcan más o menos el Dépor al final es parte de la ciudad...
Es una locura. Lo dije una vez: un año aquí son siete en otro lugar. Hay un ambiente especial, la gente vive y muere por el Dépor y si ven que sientes este escudo y lo das todo no te va a decir nada.
Decía el club que se marca el reto de subir a Primera en cuatro años, ¿se ve Pablo Martínez en ese barco?
Joder, (risas) no sé si me quedan cuatro años, la verdad…
Se puede subir en menos…
Tal y como está yendo la cosa y como está trabajando el club es muy probable que en cuatro años el Dépor esté en Primera. Ojalá yo esté aquí. Si no, seré un aficionado más porque voy a seguir a este club. Estoy enamorado de él, de la ciudad y de la gente. Cuando juegas con el Dépor te queda siempre en el corazón.
Acaba contrato el 30 junio, ¿tiene opción a un año más?
Depende. Hay (un número de) partidos a tener en cuenta.
¿Y si de Pablo Martínez dependiese?
Yo me quedo, pero no hay que decirlo arriba, porque si no después me bajan el sueldo (risas). Estoy más cerca del final (de su carrera) que del principio y quiero disfrutar de cada momento que me quede y qué mejor sitio que Coruña, entonces veremos.
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