Espectador de excepción tuvo el entrenamiento de esta mañana del Deportivo en Abegondo. Lucas Pérez, huérfano de uno de sus socios en ataque, Alberto Quiles, redujo la intensidad y estuvo haciendo trabajo específico a las órdenes del readaptador del club, Álex Canosa.
El ariete recibió un fuerte pisotón, debido a un lance de juego en Pasarón, y por ese motivo redujo la intensidad del trabajo.
Nada que pueda hacer saltar las alarmas. Además, ya era habitual con Óscar Cano en el banquillo que el atacante de Monelos tuviese durante la semana algún entrenamiento personalizado. El ‘nueve’, que lo ha jugado prácticamente todo desde que llegó a A Coruña, es una de las grandes esperanzas del deportivismo en el playoff, tras la lesión del ariete onubense el pasado fin de semana en Pasarón.
El central volvió a completar sin contratiempos el entrenamiento, dejando atrás así las molestias por las que causó baja la semana pasada ante la escuadra granate y que le habían hecho comenzar la semana ranqueante.
El resto de jugadores, a excepción de Quiles, que se recupera de su distensión de cápsula posterior con una contusión osea en meseta tibial, pudieron realizar el entrenamiento. Este tuvo un ejercicio táctico al inicio, a continuación rondos de pase, aunque con matices, pues los jugadores se ubicaban en unas zonas que tenían que defender.
Seguidamente hubo otra tarea, entre dos equipos de once cada uno, técnico-táctico, durante el cual tanto Rubén de la Barrera, como sus ayudantes, no dejaron de dar instrucciones.
Antes de finalizar la exigente jornada matinal de entrenamiento, de más de dos horas de duración, el técnico coruñés dividió al equipo en dos grupos. Mientras unos realizaban trabajo de salida de balón y finalizaciones, con la participación también de parte del ‘staff’ blanquiazul otros, bajo la batuta de Fran Noguerol, llevaban a cabo ensayo de jugadas de estrategia, poniendo especial atención en los saques de esquina.