El deportivismo se despertó ayer con una dulce resaca tras la incontestable victoria ante el Linares (4-0) en la primera semifinal del playoff de ascenso a Segunda división.

Más de 27.000 aficionados se dieron cita en el Abanca Riazor, que antes en sus aledaños ya había registrado una multitudinaria ‘quedada’ para recibir al autocar del equipo blanquiazul.

Celebración con rabia

Dentro el campo fue un hervidero desde el minuto uno hasta el 93 y la hinchada disfrutó con cada uno de los cuatro goles, mención especial para el de Bergantiños, que celebró con garra el capitán y el de Soriano, que hizo a los seguidores levantarse de su asiento.

Con el pitido final llegaron las ovaciones y la ya habitual despedida, desde hace un par de jornadas, del equipo blanquiazul aplaudiendo al unísono al ritmo de su hinchada entonando el ‘DE-POR-TI-VO’.

A golpe de bocina

A la salida del campo caras de satisfacción de los aficionados deportivistas y sonido de bocinas de los autocares, con muchos sacando sus bufandas por las ventanas.

La felicidad era algo que escaseaba por A Coruña en los últimos años y este atisbo de alegría lo atesoraron los seguidores deportivistas, que dejaron que saliese como un torrente.

La fiesta se prolongó el sábado hasta altas horas de la madrugada y ayer domingo seguían ondeando las banderas blanquiazules en muchas ventanas y varios seguidores portaban orgullosos la elástica deportivista.

Con cautela

Una semana por delante para seguir calentando motores de cara a una final esperada, que la hinchada aguarda con cautela y humildad, haciendo bueno aquel dicho Arsenio de que hay que tener cuidado con la fiesta porque “te la quitan de los fuciños”. Sabe mucho de eso la afición coruñesa y las supersticiones afloran: la semana pasada era no repetir lo que se hubiera hecho el fin de semana que se perdió el ascenso ante el Mallorca y esta instan a que se repita vestimenta y toda la rutina del sábado pasado. Pero mientras llega el momento, el deportivismo disfruta de una dulce resaca.