El Leyma Basquet Coruña logró una clara victoria –más incluso de lo que refleja el marcador final– en Pumarín, su cancha maldita (solo un triunfo hasta ayer), donde exhibió músculo y pegada.

En un duelo algo descafeinado por las ausencias (Marc Martí, Adriá Domenech y Romeo crouch en el bando local; Javi vega y Olle Lundqvist, en el visitante), los de Diego Epifanio entraron mejor al partido (0-4), Un triple de Shaquille Walters animó al cuadro carbayón, que empezó a presionar mucho en defensa, a todo campo después de canasta.

El Leyma estuvo incómodo en ataque durante unos minutos, en los que, sin embargo, abusó de su rival en el rebote en los dos aros. Una superioridad no reflejada en el marcador por la falta de puntería.

El Oviedo, además de a la defensa, lo fio todo a intentar jugar corto y con Óliver Arteaga. Los espléndidos 39 años del pívot canario fueron el único soporte local. E insuficiente. Al Leyma le bastó con un parcial de 0-7 para sacar de rebufo a los de Trifón Poch (13-20).

Tras el primer parón de dos minutos, la marea naranja subió su intensidad atrás y le devolvió la presión al Oviedo. Un triple del bullicioso Chuso González fue el canto del cisne carbayón (18-22). El Leyma, con Pau Isern –base del vinculado Xiria Carballo, que firmó muy buenos minutos– al timón, Goran Filipovic de ‘2’ y Djordje Simeunovic como principal brazo ejecutor, metió el turbo y, con otro parcial de 0-7, superó la docena de margen (22-36). Una renta a la que sumaría dos tantos al final de los primeros 20 minutos (32-46).

El intermedio no frenó la inercia naranja. La aceleró. Salida en tromba de los pupilos de Diego Epifanio, que liquidaron el encuentro en un abrir y cerrar de ojos: 34-56.

Descanso y caos

Arteaga, con demasiados minutos en las piernas, acusaba ya la fatiga. Poch le mandó a descansar. Ya no volvería al rectángulo. El Oviedo pasó del atasco al caos: ataques cortos y descontrolados, triples suicidas –no metió ni uno– y, si intentaba atacar largo, acababa aún más atascado.

Mientras, el Leyma siguió a lo suyo. Y a gustarse. Las piernas de trapo del rival invitaban a ello. Así fue creciendo la ventaja, hasta llegar a 27 puntos, a la postre la máxima del partido. Con ella (40-67) se presentó al último cuarto.

Diez minutos finales que Poch propuso con un quinteto bajo. Funcionó, sobre todo cuando entraron un par de triples, aunque no dio para mucho más que maquillar el marcador. Tras colocarse a ‘solo’ 16 tantos (59-75), Epifanio  llamó a capítulo a los suyos, que volvieron a la pista con el semblante serio de los tres primeros periodos. Y con un parcial de 0-9 para certificar su tercer triunfo en los cinco test de pretemporada disputados hasta la fecha.

El viernes afrontará el último, en Riazor, contra el ‘gallito’ Burgos, con el Trofeo Teresa Herrera en juego. Un examen de la máxima dificultad.