Un gol de penalti de Niclas Ekberg con el reloj ya a cero impidió a España alzarse con su corona continental consecutiva, tras caer este domingo por 27-26 en la final del Europeo de Hungría y Eslovaquia ante una Suecia, que veinte años después volvió a subirse a lo más alto del podio.
Lo tuvo en su mano el conjunto español que entró en el último minuto de juego con empate (26-26) en el luminoso y el balón en su posesión.
Pero España, pese al tiempo muerto solicitado por Jordi Ribera, no acertó con su última acción que concluyó con un fallido lanzamiento de Joan Cañellas en el que todo el banquillo de los “Hispanos” reclamó falta a favor del jugador español.
Fuese falta o no, lo cierto es que el balón pasó a manos del equipo sueco, que sí aprovechó su oportunidad forzando un penalti en el último segundo.
Como si la historia fuese cruel, el destino quiso que el extremo sueco Niclas Ekberg y el portero español Gonzalo Pérez de Vargas se encontrasen de nuevo frente a frente, tal y como ocurrió hace seis años en el partido decisivo del torneo preolímpico que se disputó en Malmoe,
Y por desgracia para el equipo español, al igual que ocurrió entonces Ekberg no falló. Si hace seis años el gol del extremo sueco dejó a España sin billete para los Juegos Olímpicos de Río 2016, este domingo privó a los “Hispanos” de su tercera corona continental consecutiva.
Algo que hasta ahora tan sólo habían logrado los míticos “Bengan Boys”, la legendaria selección sueca que se impuso en las ediciones de 1998, 2000 y 2002.
Un dato que pone en valor la plata lograda en Budapest por el equipo español, que pese al relevo generacional en el que se encuentra inmerso, demostró que sigue siendo capaz de pelear por lo más alto del podio.
No lo tuvo nunca fácil la selección española, que pese a estar advertida de la peligrosidad del conjunto sueco en las transiciones le costó de partida regresar con velocidad a las tareas defensivas.
Un doble problema para el conjunto español, ya que no sólo facilitó el trabajo en ataque a la selección sueca, sino que, además, no permitió a los “Hispanos” sus habituales cambios ataque-defensa.
Y no fue porque la selección española no tuviera claras las acciones en ataque, sino porque enfrente se encontró con un auténtico muro, el guardameta sueco Andreas Palicka.
El cancerbero escandinavo, que ya fue fundamental en el triunfo que Suecia logró sobre Francia en las semifinales, contabilizaba cumplidos los primeros quince minutos hasta seis paradas.
Un dato que sirvió para explicar la renta de dos goles (5-3) con la que los escandinavos se situaron en el marcador.
Pero ni así se descompuso el equipo español, que siguió confiando en su plan de juego, en el que estaba marcado a fuego el juego con los extremos y pivotes.
De hecho, España no dejó de buscar en ningún momento en la línea de seis metros a un Adrià Figueras, que poco a poco comenzó a rebajar los porcentajes de acierto de Palicka, al igual que el extremo Ángel Fernández, que cerró la primera mitad con cuatro dianas.
En el momento que el conjunto español obligó a atacar en estático comenzaron los problemas al equipo sueco, que cuando no puede correr a toda velocidad se muestra menos peligroso, pese a la amenaza que siempre supone la presencia de un jugador como el central Jim Gottfridsson.
De hecho, los de Jordi Ribera no sólo lograron igualar la contienda (6-6), sino que se pudo poner poder delante en el marcador en un contraataque de Jorge Maqueda, que Palicka frustró con una sensacional parada.
Un fallo que pareció afectar al equipo español que no tardó en verse de nuevo en el tanteador con una desventaja de dos goles (10-8).
Otra nueva prueba de madurez que el conjunto español resolvió de la mano de tres de los cinco debutantes que presenta en este Europeo, los defensores Iñaki Peciña y Miguel Sánchez-Migallón y el joven central Ian Tarrafeta.
De la mano de Tarrafeta el equipo español dotó de una mayor fluidez a su ofensiva, superando una y otra vez a una defensa sueca, incapaz de controlar los movimientos entre línea de los “Hispanos”.
Pero si sensacional fue la labor del joven Tarrafeta, no menos destacable fue el trabajo de la pareja que conformaron en el eje de la zaga Peciña y Sánchez-Migallón, que ahogaron al ataque sueco en los minutos finales del primer período.
Una mejoría defensiva que unido a las oportunas paradas de Rodrigo Corrales permitieron a España alcanzar el descanso por delante (12-13) en el marcador.
Dinámica positiva que el conjunto español continuó en el arranque de la segunda mitad, en la que Tarrafeta no sólo siguió siendo indescifrable con sus movimientos sin balón, sino que demostró su inteligencia como pasador e incluso como lanzador.
Un latigazo del joven central permitió a los “Hispanos” situarse con una renta de dos tantos (14-16), la máxima en todo el encuentro para el equipo español.
Sin embargo, Suecia al igual que España es un equipo al que es muy difícil de sacar de los partidos y menos a Jim Gottfridsson, que con sus movimientos no sólo logró hundir a la defensa española, lo que facilitó los lanzamientos de los cañoneros suecos, sino que encontró una y otra vez al pivote Oscar Bergendahl, que devolvió las tablas (19-19) al marcador.
Dificultades defensivas que se agravaron con la segunda exclusión de Iñaki Peciña lo que no desaprovechó Suecia para resolver cada uno de sus ataques con una inusitada facilidad.
Pero España no se arrugó y siempre encontró en el pivote Adrià Figueras un camino fiable para mantenerse aferrado al marcador, como demostró el 23-23 con el que se llegó a menos de diez minutos para la conclusión.
Una igualdad que pareció romperse a favor del equipo sueco cuando todo parecía más favorable para los “Hispanos” que no sólo no aprovecharon la exclusión de Felix Claar para escaparse en el tanteador, sino que con fallos permitieron a los escandinavos situarse con una renta dos goles (25-23).
Entonces surgió la defensa, el pilar al que siempre puede aferrarse el equipo español, que no sólo permitió a España empatar de nuevo el marcador (29-29), sino entrar en el último minuto con el balón para ganar.
Sin embargo, los “Hispanos” no aprovecharon su ocasión y se vieron condenados a una medalla de plata, a la que con el tiempo el balonmano español dará su verdadero valor.