26 de diciembre de 2015. Torneo benéfico ‘Por una victoria contra el hambre’, organizado por el Sporting Cristal y la Asociación de la Prensa de A Coruña. Por supuesto, los Veteranos del Deportivo, comandados por Manolete y la recientemente fallecida Mari Carmen Presas, se prestan a completar el cartel. Ese año también se suman a la causa los Veteranos del Racing de Ferrol.
Durante unos cuantos años porto con orgullo el brazalete de capitán de un equipo de la APC entrado en años y venido a menos. Curioso, el benjamín tirando del carro. La vida, el fútbol, al revés. Mi sorpresa es que durante el calentamiento, entre Fran, Manjarín, Donato, Chema o Miguel Figueira descubro a un chavalín rubito. ¿Pero esto no es un equipo de viejas glorias? Me acerco y reconozco a Nico. Le queda una semana para cumplir 14 años. Veo a Fran en el banquillo y corro a decirle que cómo se le ocurre ponerlo a jugar ante adultos. Alguno, además de entrado en años, supera el peso máximo autorizado. “¿Y si te lo llevas de vuelta a Barcelona con un destrozo?”, le pregunto. “Llevé un golpe en el bolo de ayer y hoy no juego, que juegue él. No pasa nada, tiene que aprender”. Me acuerdo al instante de que en el Atlético Castros, cuando mi padre entrenaba a los modestos, nos llevaba a los cadetes que más apuntábamos para curtirnos. Para aprender el oficio a base de palos y broncas.
¿Cómo fue el partido? Pues fue el año que a los veteranos blanquiazules más les costó ganarnos. También es cierto que les faltaba gran parte de su artillería habitual. Solo perdimos 2-0, cuando lo habitual era encajar diez o doce. Me vi las caras directamente con Nico en mediocampo. Nos marcó los dos goles. En el primero, evité entrarle al borde del área. No por miedo a hacerle falta o penalti, sino por temor a llegar tarde y, quién sabe, si ser portada del Sport.