Partiendo de la base de que sentimental significa “que implica o despierta sentimientos tiernos o afectuosos” uno no sabe si es positivo tirar de esta acepción cuando se trata hacer un equipo en algún momento, sobre todo cuando un grupo ha ascendido de categoría.
Allá por los años 80, cuando A Coruña fue mi maravilloso destino, se estilaba mucho decir que un equipo no quería ascender porque los propios jugadores estaban inseguros si esa condición pudiera provocar que la entidad no siguiera contando con ellos. Tener en un currículum un ascenso debe de representar una mejora segura de toda tu carrera, más allá de que provoque que tengas que abandonar un club.
Recuerdo que por aquellos años el Deportivo había sido protagonista de un episodio que, aunque muchos no vivieran directamente, todo el mundo en Marineda habla de él. Un 22 de mayo de 1983 el Deportivo ascendía a Primera División si ganaba en Riazor al Rayo Vallecano. Plagado el equipo de jugadores gallegos (Jorge, Piña, Ballesta, Vicente, Traba, Pancho García y el gran José Luis) y con entrenador de Arteixo, Arsenio, no lo consiguió. Perdió 1-2 contra los franjirrojos y se quedó en Segunda. La mayoría de los lamentos se centraban en que los jugadores no habían querido ascender porque se prescindiría de muchos si esto ocurría.
Bobadas. Yo los he conocido a casi todos los de aquella plantilla y no hay nada más lejano a la realidad de lo que pensaban y de lo que realmente deseaban.
Pocos años después volvió a pasar algo parecido. Temporada 1985-86 con Chuchi Aranguren en el banquillo blanquiazul. Posibilidades de ascenso teníamos y todas se diluyeron en el viejo Tartiere contra el Oviedo. Se volvió a comentar lo mismo. Una pena. Cinco años tardaríamos todavía para que llegara el momento de la verdad contra el Murcia en Riazor el día que se quemó parte de la cubierta de Preferencia.
Tras muchas vicisitudes y cuatro años en el “infierno” volvemos el año pasado al fútbol profesional. Y no solo no prescindimos de casi ningún jugador sino que en Segunda en el primer once que presentó el mismo entrenador que la temporada anterior, casi todos los jugadores venían de Primera RFEF. ¿Qué miedo a ascender y que te despidan? Aquí subieron de categoría y continuaron todos. Increíble. Un equipo de Primera RFEF jugando en Segunda.
Habría que entender también que, aunque tarde, se trajeron efectivos pero la realidad superó a la lógica de que si traes gente nueva es para que juegue y la mayoría de los que vinieron no lo hicieron: Tosic, Genreau, Mfulu, Patiño, Herrera, Gauto o Bouldini. Tuvieron presencia Petxarromán, Obrador, Zakaría, el canterano Barcia y sobre todo el portero, Helton. Libro de esta lista a Escudero por razones obvias.
Una de mis principales discrepancias con ese ex presidente que casi no me conoce, A. C. Lendoiro, se centraba en que las cosas solía siempre dejarlas para el último momento. Algo que no parece que a nivel deportivo le fuera mal porque a las pruebas de lo que consiguió me remito. ¡Pero es que hasta inscribió jugadores una temporada pasadas las doce de la noche del último día! Alegaba que el club está donde está su presidente y en ese momento estaba en Tenerife porque el equipo jugaba a día siguiente en la isla y tramitó la documentación de algún jugador a las 00.40 razonando que allí es, ya lo saben, una hora menos.
Con esa premisa de que me gusta tener tiempo para hacer las cosas y aquello que decían los ilustrados de que no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, estamos en mayo, a tres jornadas del final de la Liga, sin posibilidades de entrar en playoff y sin agobio por el descenso. Pregunto porque no lo sé: ¿Qué estamos haciendo?
La temporada pasada ascendimos matemáticamente un 12 de mayo y las primeras acciones respecto a jugadores las conocimos hacia finales del mes de julio. ¿Este año va a pasar igual? ¿No hay manera de que, aunque no se anuncie, estemos haciendo algo? Y eso de que no se anuncie es una mera pregunta porque la verdad es que todo se sabe.
Y el problema no radica en fichar gente. Los futbolistas quieren venir a un club del prestigio del Deportivo, cuyo dueño casi exclusivo es una entidad bancaria. Para contar cedidos necesitamos los dedos de las dos manos. Y entiendo que hay gente en el Fabril (y hasta en el Juvenil, un poco más tarde) que puede pedir paso.
O sea, mal contados tenemos alrededor de unos cuarenta posibles integrantes de la plantilla del curso que viene.
El conflicto no es traer. El verdadero enredo es liberar de ese grupo a jugadores. También pasó con Lendoiro. Porque con él pasó casi todo. Ir a fichar a Djalminha con un maletín cargado de millones de pesetas no era complicado. El conflicto existió cuando quisiste echar del club al Toro Acuña, por ejemplo.
Como decía un viejo periodista amigo mío: confiar, esperar y desear que de verdad se esté trabajando y aprovechando ese tiempo del que disponemos y que otros no van a tener. Estamos en mayo, celebrando aniversarios de ascensos, títulos y algún mal rato.
¡Que aproveche a tantos y tantos deportivistas!