No puede ser. No soy la única a la que le cuesta entender el despido fulminante de Luis Enrique y, por contra, la defensa a ultranza a Jorge Vilda. Es evidente que no existen criterios ni protocolos. Es el “porque a mí me da la gana” propio de personajes totalitarios como el Sr. Rubiales, el más que cuestionable Sr. Rubiales.
Llevo un par de días viendo en Netflix una serie sobre la FIFA y sus trapicheos. Lo explican tan clarito, con nombres, apellidos, fechas y cantidades, que parece mentira que este organismo hubiera estado tantos años codeándose con lo más granado, y a la vez corrupto, de cuantas asociaciones importantes hay en el mundo. Y con nuestra anuencia.
Apadrinados por el ex nadador Havelange y capitaneados por Sepp Blatter, la gran familia de la FIFA, que en realidad eran 24 indignos, organizaron, tergiversaron, manipularon, sobornaron y se enriquecieron a costa de mentiras y traiciones por doquier. Entre ellos, para con otros, sin miramientos ni pasión, solo por dinero, mucho dinero y por poder, mucho poder.
Todo ese esperpento “fifario” lo imagino trasladado a la llamada Real Federación Española de Fútbol. Siempre creí que Villar (de los tiempos de Porta no puedo hablar) había sido el mayor cáncer del fútbol, sobre todo del femenino. Pero hubo de aparecer Luis Rubiales para entender que siempre se puede ir a peor.
La última es la que titula este artículo: Luis Enrique se va porque así lo ha decidido el “Pelao” dirigente, y Vilda se queda por la misma razón. De nada valen las realidades: Luis Enrique tenía un plan elaborado para los próximos años, tenía el visto bueno del Director Deportivo, Francisco Molina, el apoyo de sus jugadores y de buena parte de la afición, y un mal Mundial a sus espaldas. Todo ello matizable por supuesto.
¿Y Vilda, qué tiene? Nunca ha dirigido a ningún equipo fuera de la Federación, no era inicialmente entrenador sino preparador físico, no ha conseguido ningún título pese a contar con la mejor generación de futbolistas de la historia, no tiene el apoyo de 15 jugadoras habituales de la selección, y tampoco cuenta con el beneplácito del resto del fútbol femenino. Perdón, si tiene la anuencia de su Director Deportivo. Ah, que es él mismo. Vaya.
Pero Vilda sigue, porque lo dice el “Pelao”, que se asegura así un voto como asambleísta que es. Bueno, se asegura ese voto y el de De la Fuente, otro asambleísta. Aquí no hay quien de puntada sin hilo.
Debe ser que de quedarme anoche viendo el documental sobre Blatter y sus gran familia ahora me creo que todo el monte es orégano. ¡Cachis!
¡Salud y suerte!