Los veteranos suelen ser una apuesta segura. Más si cabe en los tiempos que corren, en los que la preparación física y la medicina deportiva han amplificado las vidas útiles de los atletas profesionales. Thomas Heurtel, el flamante refuerzo del Leyma, cumplirá 36 años antes del final de la presente temporada. En el deporte en general y en el basket en particular ya no es edad ni de ocaso ni de jubilación.
En su día, en el mundo del baloncesto hubo un par de casos excepcionales: Kareem Abdul-Jabbar y Dino Meneghin.
El astro de la NBA colgó las zapatillas con 42 años tras un último curso con los Lakers en el que promedió 10 puntos y 4 rebotes por partido. Muy por debajo del ‘doble-doble’ que firmó en sus doce primeras temporadas en la mejor liga del mundo, pero con el sexto anillo en sus dedos desde solo unos meses antes. El durísimo pívot italiano aún duró tres años más, hasta los 45. Tal fue su longevidad que incluso llegó a enfrentarse en un partido de la Lega italiana, con el Stefanel Trieste, a su hijo Andrea, en las filas del Ranger Varese.
En la actualidad, y sin necesidad de recurrir a la hemeroteca, dos nombres vienen rápidamente a la mente: LeBron James y Marcelinho Huertas.
‘El Elegido’ es cuarentón desde hace un par de semanas y lleva más de la mitad de su vida, 22 años, jugando en la NBA sin haber bajado un ápice un nivel que lo sitúa entre los mejores de todos los tiempos. ‘King James’ mete 24 puntos, capturando 7 balones y regalando 8 canastas por noche en el actual curso.
El base brasileño del Tenerife La Laguna tiene un año más y ahí sigue, manejando el timón de uno de los mejores equipos de la mejor liga más allá de la NBA. Promedia los minutos en cancha que se estilan en el basket europeo –entre 23 y 25 por partido– y ocupa la tercera posición en el ranking de máximos asistentes, con 6,5 pases decisivos, superado únicamente por el herculino Brandon Taylor y el valenciano Chris Jones.
Heurtel quizá pueda sembrar dudas por sus andanzas extradeportivas. También por proceder de una liga de menor enjundia como la China, aunque sus números con el Shenzhen Leopards están fuera de toda duda. Sin embargo, ni uno ni otro son argumentos taxativos para desmerecer el fichaje de un –casi nada– campeón de Europa, subcampeón olímpico y medallista mundial con pasado en algunos de los mejores clubes del continente. Así que, ¿a quién le amarga un dulce?
