Tres victorias seguidas. Todo un golpe de mano para generar un ambiente de ilusión y energía. No veía a la “peña” tan animada desde tiempo inmemorial, volviendo a escuchar el “sí, se puede” en el graderío. Tampoco, visto lo visto, resultaba demasiado complicado cambiar la dinámica. Los peones y los alfiles estaban dentro de casa, sólo era necesario ponerlos sobre el tablero.
Pero ojo, esto comienza ahora, como si fuera una nueva etapa. Se presenta una lucha encarnizada para cada jornada a disputar y a la espera de que los rivales, por el ascenso, se vean inmersos en debacles parciales o totales de resultados.
La diferencia del cambio estructural es que el equipo mira hacia delante, es claro que la presencia de los estiletes en banda, Mella y Yeremay, generan una inercia que facilita ese tipo de juego. Hasta el propio Lucas se ve beneficiado y parece otro, rompiendo esa dinámica donde estaba metido de jugador, muchas veces, intrascendente. Desapareció el juego “ultra combinativo” que se generaba y exasperaba a más de uno, entre los que me incluyo.
La próxima cita será en tierras riojanas, servirá para saber si todo esto es un buen sueño o es una realidad palpable y se está, realmente, en la senda correcta.
Cambio radicalmente con punto y aparte. Todo lo que concierne a Madrid o Barcelona, futbolísticamente hablando, entra dentro de una vorágine periodística de magnitud sideral. Tras la anunciada dimisión, en el tiempo, lanzada por el técnico Xavi Hernández, ríos de tinta surcaron las rotativas nacionales.
Interpretaciones varias cubrieron los perceptivos análisis de tan señalada despedida.
Pero si me lo permiten, me gustaría mostrar mi sorpresa por tamaña desfachatez y comienzo trasladando las palabras del técnico en una comparecencia informativa: “Me voy porque el proceso de ser entrenador del Barcelona no compensa. Vas luchando contra cosas, cosas y cosas y esto ha provocado un desgaste. En el día a día no se disfruta. He visto sufrir a entrenadores incluso ganando. Arrasate disfruta de lunes a viernes y le dije que yo no”.
De forma continuada, su presidente Laporta trasladaba que si no es por lo que representa institucionalmente, el propio Xavi en el club catalán estaría cesado por sus malos resultados.
Pero es muy listo y busco una salida propicia a sus intereses, basada en generar una onda informativa que, por lo menos parcialmente, minimizase la presión existente en su contra.
El cuestionamiento, a todo ello, es obvio: Cuándo se reincorporó, ya como técnico, al club de su vida… ¿No sabía donde se metía?. ¿Desconocía la casa?, o ¿pretendía cambiar, por si mismo, todo un mundo mediático que, paralelamente, propicia que cobre el sueldo que se lleva para su casa?
Cada uno tiene el derecho a jugar sus cartas como mejor le conviene, pero tampoco pueden pretender, que estos personajes que viven en otra galaxia social puedan pensar en tratarnos como si no estuviéramos de vuelta.
Como siempre un placer.