El CRAT Rialta es de Liga Iberdrola. Derrotó al Eibar (29-5) en la final por la permanencia y la “esquina” de A Coruña –así se hacen llamar desde el propio club– tendrá un año más representación en la élite del rugby nacional. Serán 16 las temporadas ininterrumpidas del Arquitectura en la División de Honor femenina. Solo el equipo herculino y el CR Majadahonda han jugado en la máxima categoría desde que se creó en 2010. 

Pero la relación del CRAT con la élite se remonta algunos años atrás, cuando ya disputaba la Copa de la Reina. Dos títulos de Liga y cinco subcampeonatos ilustran la trayectoria de un equipo mítico, el primero en Galicia que se proclamó campeón nacional de rugby y el tradicional vivero de la laureada selección española de ‘XV’ y la debutante olímpica del seven en Río de Janeiro 2016.

La historia, los triunfos y los recuerdos se mezclaron con la necesidad y las penurias de una temporada crítica en Las Mestas, el mismo campo de Gijón donde el club levantó su primer trofeo hace ya una década. Las herederas de las pioneras y las campeonas, con siete supervivientes del segundo título conseguido en 2019, entre ellas Elsa, la única bicampeona sobre el césped, no fallaron en el partido más importante de sus vidas.

Sacaron la garra y el rugby que tienen dentro. Salvo en unos primeros minutos de incertidumbre y empuje del rival, dominaron las fases estáticas y también las abiertas. Incluso cuando se quedaron con una jugadora menos por la expulsión de Ali y hasta con dos por el sin-bin para Judith y Alba Lalín, redoblaron sus esfuerzos para completar un partido sólido en defensa y arrollador en ataque. El marcador explica la diferencia entre el bicampeón y el aspirante.

El CRAT, que no jugaba un partido oficial desde el 30 de marzo, no acusó la falta de ritmo de juego que sí tenía el Eibar, con tres compromisos el último mes en los playoffs de ascenso. Tampoco pagó las lesiones de dos jugadoras clave durante el mes de febrero: la apertura Anita, que sufrió una fractura de peroné, y la tres cuartos Mariana, con su tercera rotura de ligamento cruzado en cinco años, se unieron a la conocida ausencia de Maria Morant, toda la temporada KO con la misma lesión que Mariana.

Las que estaban, incluidas las veteranas Elsa y Judith que se incorporaron al equipo en la segunda fase de la temporada,  empujaron desde el principio para dejar al equipo coruñés donde se merece. Un ensayo de la propia Judith tras varias fases de la delantera en la ‘22’ del Eibar, otro de Maica al completar un insistente trabajo de pick and go y el tercero, de Idaira en una rápida jugada de toda la línea, marcaron el territorio en la primera mitad. El último, además, llegó ya en inferioridad numérica tras un placaje peligroso de Ali castigado con roja por juego sucio. 15-0 al descanso.

Después de pasar por los vestuarios reaccionó el Eibar, que recortó la diferencia con su único posado del día. Fue un espejismo. La delantera del Arquitectura volvió a crecerse en la ‘22’ del equipo guipuzcoano hasta sacar un ensayo de castigo y sentenció con una tremenda cabalgada de la neerlandesa Hannah Smid bajo la ‘H’ tras interceptar un balón en campo propio (29-5). 

Su compatriota y compañera de selección Linneke Gevers también fue importante, sacando la cabeza de la línea  con un placaje tras otro. La portuguesa Inês Spínola, la colombiana Cata Azucena y la chilena Carol Eugenio completan la nómina de extranjeras en el CRAT con más canteranas y la plantilla más joven de su historia.

El cambio generacional y la reconstrucción forzada el pasado verano por la fuga de talentos desembocó en una dura campaña, con la supervivencia como objetivo principal después de un curso anterior con el subcampeonato en la Liga Iberdrola, la Copa RFER de rugby ‘XV’ y la Copa de la Reina de seven.

Con solo dos victorias en nueve partidos de la fase regular, el equipo coruñés salvó la papeleta del descenso directo y se jugó la permanencia a cara o cruz en el temible play-out, a partido único y en terreno neutral contra el Eibar. La casualidad quiso que fuese otra vez en Las Mesas, un lugar ligado ya para siempre a la rica historia del CRAT, un equipo de élite que compite año tras año contra el doble estigma del deporte minoritario y en femenino.