Nunca había ganado el Athletic Club en el Metropolitano ni en el desaparecido Vicente Calderón al Atlético de Madrid de Simeone, cuya figura invencible e imponente como local en el último año y un mes, en los 28 partidos más recientes, 26 victorias incluidas, fue derribada de repente, de penalti, en un encuentro de aspecto clave, la ida de las semifinales de la Copa del Rey, cuya resolución será en 21 días en San Mamés.
Del 8 de enero de 2023, cuando cayó por 0-1 con el Barcelona, al 7 de febrero de 2024, cuando el conjunto bilbaíno, con Iñaki y sin Nico Williams, baja por lesión, no sólo dio un paso adelante, sino que doblegó un muro que hasta ahora había sido inabordable para él desde la inauguración del campo y para todos los visitantes desde principios del año pasado.
Ni siquiera el Real Madrid, el líder de LaLiga, el campeón de la Supercopa de España, ha vencido allí en ese tiempo. Sus dos derrotas de la temporada corresponden a sus dos desplazamientos al Metropolitano, por 3-1 y 4-2. Tampoco lo había hecho el Athletic antes, doblegado por 1-0 durante la secuencia admirada e inigualable que trazó el Atlético local.
Ni el Sevilla (6-1, 1-0 y 1-0). Ni el Valencia (3-0). Ni el Betis (1-0). Ni el Almería (dos 2-1). Ni el Mallorca (3-1 y 1-0). Ni el Cádiz (5-1 y 3-2). Ni Osasuna (3-0). Ni la Real Sociedad (dos 2-1). Ni el Granada (3-1). Ni el Feyenoord (3-2). Ni el Alavés (2-1). Ni el Celtic (6-0). Ni el Villarreal (3-1). Ni el Lazio (2-0). Ni el Rayo Vallecano (2-1). Sólo había empatado el Getafe: 3-3 y 1-1.
Sus 28 partidos invicto, sus 26 triunfos y sus 73 goles a favor -jamás se quedó sin marcar en todo ese recorrido- ya son pasado. Un recuerdo, que incluye la mejor marca de victorias como local de toda su historia, pero queda atrás, doblegado por una imprudencia de Reinildo Mandava, demasiado precipitado, duro, sin tino, en la entrada a Beñat Prados.
No admitió ninguna duda la pena máxima del defensa mozambiqueño, un especialista defensivo cuya tremenda fiabilidad sufrió un paréntesis decisivo. Reservado en el derbi ante el Real Madrid, era la fórmula más incontestable para frenar a Iñaki Williams, como ya hizo hace un año en San Mamés, encumbrado como un encuentro imperial. Este miércoles no fue así, marcado por esa acción, con tarjeta amarilla y cambiado al descanso por Simeone.
La entrada de Reinildo en el once titular había sido por unos los jugadores más indiscutibles hasta ahora en los últimos tiempos en el esquema de Simeone, Mario Hermoso, que también fue su sustituto al intermedio cuando el técnico argentino tomó la primera decisión del duelo “largo” que considera la eliminatoria. Son dos perfiles completamente distintos.
Desde el 30 de enero de 2011 (Quique Sánchez Flores al mando del Atlético, Joaquín Caparrós en el banquillo del Athletic y Diego Simeone aún en su primera experiencia europea en el Catania en la Serie A), el equipo bilbaíno no vencía en terreno del club madrileño. Los dos goles fueron de Gaizka Toquero, ambos en el segundo tiempo.
Ya estaban Iker Muniain y Óscar de Marcos, hoy suplentes, en el primer equipo del Athletic, como Koke Resurrección, el futbolista con más partidos de la historia del Atlético, ya había surgido también para la plantilla profesional del conjunto entonces del Vicente Calderón, ahora en el Metropolitano, ya sin el halo del bloque invencible que era desde hace un año, necesitado de su mejor versión en San Mamés para confiar aún en la Copa del Rey.