Solo unos meses separan la salvación del OAR Coruña, en la última jornada de la pasada temporada con una victoria agónica ante el Chapela, del nuevo curso en la Primera Estatal. El histórico representante del balonmano coruñés en categoría nacional ha mudado de piel y, con media docena de incorporaciones y el salto de calidad de los canteranos, se ha instalado en la élite de la categoría.
Después de 13 jornadas y con un partido pendiente (recibe el 8 de enero en San Francisco Javier al Ingenio canario, encuentro aplazado por el coronavirus), el OAR ocupa la cuarta plaza en el grupo A con nueve victorias por un empate y solo dos derrotas.
Los números avalan la mejoría del equipo coruñés, que el incombustible técnico Pablo Aguirregabiria (23 temporadas al frente del equipo) analizaba para este diario tras el pleno de triunfos en las cuatro primeras jornadas.
“Lo que más ha cambiado es la defensa. Este año le hemos dado más empaque y oficio a la plantilla con jugadores veteranos, de altura y peso en el choque. Hemos apostado por gente que se había quedado sin equipo y ya estaba pensando en la retirada”, explicaba.
La racha del OAR se cortó con un empate de mérito en la pista del Disiclín Lalín, líder de la categoría y que solo ha cedido puntos ante el equipo coruñés y con una derrota en casa contra el Lanzarote.
Ni el confinamiento de la plantilla por varios casos de covid frenó al OAR, que después de perder precisamente en Lanzarote encadenó dos nuevas victorias (Bueu y Seis do Nadal) para ratificar una primera parte de la temporada ilusionante.
El equipo coruñés ya no es la revelación, es una realidad y promete batalla hasta el final de curso por las plazas que dan derecho al ascenso.