A pesar de todas las medidas que se han tomado en los últimos años en los campos de fútbol, la violencia sigue presente en los estadios. Resultó paradójico que poco tiempo después de que el Atlético presumiese de la mejor entrada de su historia en el estadio Metropolitano, con más de 70.000 personas en las gradas para ver el derbi frente al Real Madrid, se produjesen los desagradables incidentes que todo el mundo vio. Habría sido mejor una entrada menor pero sin los conflictivos individuos que, inexplicablemente, pudieron acceder a las gradas con pasamontañas.
Hay que seguir mejorando en este aspecto. El fútbol tiene que ser una fiesta, con sus piques y su rivalidad, pero sin violencia. Un aficionado no tiene que enfadarse si lo registran a la entrada del estadio. Simplemente, el club al que apoya está intentando evitar problemas.
Sería bonito que algún día desaparezcan de los estadios todas esas personas que usan el fútbol para ejercer la delincuencia. Con lo bonito que es ver un campo lleno, pero en el que todo se desarrolla con normalidad.