El fútbol femenino está dando mucho que hablar, pero de forma negativa.  Parece mentira que en el pasado mes de agosto España se haya proclamado campeona del mundo y que eso sea lo menos importante. Aquí, por orden cronológico, lo importante es el beso de Luis Rubiales, los videos de Jenny Hermoso y que esta jugadora haya puesto el asunto en manos de una especie de sindicato de nuevo cuño y tinte comunista, que le ha ‘reconducido’ su opinión acerca de lo ocurrido hasta llegar a la denuncia formal.

Si se han dado cuenta, en el fútbol femenino se habla de todo menos de fútbol. Bueno, la vicepresidenta del Gobierno (el perejil de todas las salsas) ya ha manifestado que cree que Hermoso cobra menos que Vinicius por ser mujer y va a lanzar una campaña centrada en la ‘discriminación distributiva’ en los clubes. Pero esta señora –a la que nunca hemos visto en un campo de fútbol-  debe de ignorar que los futbolistas generaron 7.500 millones de dólares en el último Mundial y cobraron un 5,9 por ciento mientras que el fútbol femenino generó 570 millones y sus jugadoras cobraron un 26 por ciento.
Pero es que hay más. Fue destituido Jorge Vilda, seleccionador nacional y ‘apuñalador oficial’ del que lo defendió todo un año contra viento y marea. Su sustituta, Montse Tomé, tampoco es del agrado del grupo que trata de mangonearlo todo. 
Uno de sus principales exponentes es la jugadora gallega Vero Boquete, que tiene experiencia amplia en tratar de ‘reventar’ vestuarios, y que no se ha cortado un pelo a la hora de juzgar a la nueva entrenadora: “No es la persona adecuada en este momento”. Para amigos así no se necesitan enemigos.

La irrupción de la política en el beso de Rubiales ha enturbiado todo, más allá incluso del propio fútbol femenino. Competiciones como los Mundiales de atletismo o de piragüismo han quedado eclipsadas, a pesar de la excelente cosecha de medallas obtenidas. Mención especial aquí para Teresa Portela, la palista de Cangas que consiguió una medalla de bronce a sus 41 años y se aseguró la participación por séptima vez en unos Juegos Olímpicos. Una gesta casi rodeada de silencio.
Y, por si fuera poco, el sindicato aludido anteriormente, trata de provocar una huelga antes del comienzo de la Liga femenina. No sabemos, a la hora de escribir estas líneas, cómo terminará el asunto pero, si se quiere enfangar un logro tan importante como el conseguido por la selección española, han acertado plenamente. ¡Viva el deporte!