La soledad del fútbol femenino
lll
17º-23º

La soledad del fútbol femenino


Usuario

Lejos de lo que cabría pensar, el fútbol femenino continúa en barbecho. Su aspecto exterior es de bonanza pero, ‘fonendo’ en mano, goza de una salud quebrantable.

 

Si bien a nivel social el ‘fútfem’ está marcando cotas interesantes, inimaginables en ocasiones, cuando bajamos a la lona del día a día, la realidad no es tan hermosa.

 

Convive en una dicotomía, y es que cada día tiene más adeptos y cada día tiene detractores más furibundos y con la metralleta más cargada. Ya saben: las mujeres no dan espectáculo, no generan, quieren ganar lo mismo que los hombres….todo matizable y en el último de estos casos, mentira.

 

Pero a esa crítica ancestral, se une ahora la de que las mujeres futbolistas no dejan de quejarse, argumentando que si quieren formar parte del “universo fútbol” tienen que aceptar sus reglas.

 

Y digo yo, si por lo que fuera esas reglas fueran poco justas, arcaicas, no acordes con la sociedad actual, nulamente integrativas, ¿no sería bueno ponerlas en tela de juicio entre todos? ¿está el mundo del fútbol tan perfectamente construido que no precisa ajustes? ¿cualquier petición de revisión o mejora de las condiciones generales es un delito?

 

El quiz de la cuestión es por qué las mujeres futbolistas se quejan y consecuentemente ponen tan nerviosos a tantos. Para contestar a esta pregunta primero hay que recordar que el fútbol masculino también ha luchado muchas veces por lo que consideraba justo, también ha destapado el tarro de las miserias y, a nivel de selección, también se ha erigido en boicots memorables.

 

Años después, en el presente, le corresponde a las mujeres guerrear por su bienestar laboral, por contar con técnicos preparados, por unas relaciones sanas en el trabajo, por la mejora de unas condiciones que rozaban la indigencia. ¿Qué problemas hay? ¿No tienen derecho?

 

Lo que pasa es que, tal y como está montado el tinglado, el fútbol masculino reivindica, cuando tiene que hacerlo, a través de los medios de comunicación, con su fuerza y poder, y con la anuencia casi total de los aficionados. El fútbol femenino, por el contrario, lo hace en soledad, con la desconfianza de propios y extraños.

La soledad del fútbol femenino

Te puede interesar