Hacía tiempo que no acudía al palco de Riazor. Esta vez fue con motivo de un partido del Depor Abanca y como pequeño guiño de recuerdo a las jugadoras del Karbo Deportivo. Gracias por la invitación.
Siempre es buen momento para ver a personas a las que estimas, y ese fue el caso. Además de reencontrarme con compañeras como Inma Castañón o Pili Neira, tuve el gusto de saludar a Carlos Ballesta (a quien aprecio y respeto enormemente) y a Álex Bergantiños, el mejor ejemplo de deportivismo.
Como buen anfitrión, el presidente García Diéguez nos dedicó unos minutos. Además de incidir en la importancia que el fútbol femenino tiene para la entidad, lo cual a nosotras nos congratuló, aprovechó para presumir, orgulloso, de su calidad de abuelo mostrándonos una foto de su pequeña nieta que en ese momento estaba en Riazor animando y disfrutando como la que más. Coincidimos en la apreciación de que el fútbol femenino tiene un público muy específico, en el que destaca la juventud y el ambiente familiar. Una gozada.
García Diéguez, así a vuela pluma, me pareció una persona cercana, muy educada y discreta, tres cualidades que requiere el puesto que ostenta sobre todo dado el momento que atraviesa la entidad que preside. Me agrada pensar en personas con los pies en el suelo al frente del Deportivo. En los últimos años no brillaban precisamente por su presencia.
Pero el mundo del fútbol está transitando por unos derroteros que no me gustan. Además de un fútbol cada vez más previsible, jugadores pre-fabricados en los que el músculo le gana la partida a la imaginación, en estos últimos 4 o 5 años proliferan los llamados “ejecutivos del balón”, que con nula o casi nula experiencia en el universo fútbol, pero con un “currículo aparente”, se posicionan en puestos de mando de los clubes y toman estos clubes como ratitas de laboratorio para hacer sus pruebas. Porque conocimiento en el medio tienen el que tienen y, consecuentemente, corren el peligro de pensar que saben más de lo que saben y caer en el craso error de extrapolarse de sus funciones y confundir espacios. Sí, sí, confundir espacios. Seguramente estoy hablando por hablar y esta nueva estirpe de altos cargos tenga claro dónde deben y dónde no deben estar.
Pero sigamos con lo que de verdad importa, sigo abogando por el sentido de tierra de nuestro club, nuestro “sentidiño” de toda la vida, dentro y fuera del césped, sobremanera en estos tiempos de vacas flacas donde solo queda crecer. Peo sin perder identidad, ganándola. Cada día más.
Salud y suerte!