Ni Alexia, ni Oshoala, ni Martens... Hace poco menos de un año, en febrero del 21, Laporta tuvo que reconocer en una entrevista en TV3 que no conocía a las jugadoras del Barça. Sin consecuencias. Ganó las elecciones.
El pasado lunes, tras la obtención del The Best por parte de la mediocampista catalana, el presidente declaró: “El femenino está aguantando el listón de éxitos del Barça”.
Así de fulgurante es el devenir del fútbol. De insignificante a vital en cero coma. Lejos de tranquilizar, estas formas mutables de sucesión de hechos lo que genera es inquietud. Por lo menos a los que creemos y deseamos un crecimiento sólido, sin más fisuras. Por ejemplo. Me refiero a las más de 85.000 entradas vendidas para el choque de Champions, Barça-Real Madrid, del próximo marzo en el Camp Nou. Es una noticia estupenda, pero a mí me gustaría que a ese partido fueran menos espectadores y al resto de partidos más. El fútbol femenino no es un espectáculo puntual, no es bicéfalo, ni tiene 4 fechas en el calendario. Es mucho más que eso.
Y quien lea esto puede decir, ¿pero qué quiere esta gente, si va poca gente, malo y si va mucha gente, peor? Lo que queremos es un crecimiento en número y en derechos acordes con la realidad. No se pretende dar mil pasos en uno, no se trata llenar estadios, ni de copar portadas, ni de cobrar contratos ingentes, todo ello de la noche a la mañana. No.
Se trata de seguir trabajando cada día en los campos, evolucionando la calidad individual y colectiva del fútbol femenino. Se trata de mejorar la situación laboral de las futbolistas, de crear marcos legales que conviertan la profesión de mujer futbolista en algo atractivo y seguro, laboral y económicamente.
De lo que se trata es de que los medios de comunicación informen con continuidad, criterio y objetividad. Al deporte femenino también se le puede criticar. Se le debe criticar.
De lo que se sigue tratando es de que a través de todas estas acciones y del propio interés que genera el fútbol femenino (que lo genera, y mucho), las grandes empresas se decanten por él por resultar productivo, diferenciador y atractivo.
Hay un mundo por delante del que solo se ha entreabierto la puerta. En la mano de los dirigentes listos estará saber cruzar ese marco y entrar en una nueva dimensión. ¿Habrá más dirigentes listos o cazurros? Laporta aprendió en menos de un año.
Salud y suerte!