El titular lo dice todo. Mientras en la Plaza de Pontevedra se intenta recomponer un proyecto roto en añicos por la ineptitud de varios, en Abanca la preocupación y las dudas crecen y causan desazón.
Todo podría parecer idílico. Continuidad en el banquillo, fichajes ilusionantes, una afición “tocada” pero dispuesta a seguir a muerte con los suyos, parte de la prensa afín al nuevo devenir…Todo en marcha.
¿Entonces, por qué La Propiedad está tan preocupada? ¿Por qué ha hecho sus propios sondeos? ¿Por qué está perdiendo confianza en los hombres fuertes del club? No sé el Sr. Escotet, pero yo les voy a decir lo que no entiendo de este asunto y que si fuera dueña del cotarro me tendría expectante. No entiendo que se siga con un técnico que ha fracasado estrepitosamente con las condiciones más favorables para no hacerlo. No entiendo que se apueste por la continuidad de la mediocridad.
No entiendo que se eche mano del “no hay nadie mejor” como argumento. No entiendo la falta de liderazgo dentro de la entidad. Nadie da la cara de verdad, nadie asume responsabilidades. Inaudito. No entiendo la pérdida de peso específico de un club como el Deportivo dentro del fútbol español. De cara a fuera, somos un club venido a menos, asentados en el lodo y en manos de amateurs de la materia.
La visión es preocupante. La suerte es que la afición del Depor es demasiado condescendiente. Algo en mi opinión, negativo. Que la gente y la ciudad se vuelque con los suyos es extraordinario, un ejemplo a nivel mundial. Pero eso no debería restar capacidad autocrítica cuando es momento de analizar y exigir para, a continuación, volver a dejarse la garganta y disfrutar y dignificar un escudo que es el nuestro.
No me gustan los últimos movimientos porque, en clave de futuro, me huelen a fin. Se ha colocado a Borja al pie de los caballos. Con un Grupo 1 complicado, la segunda derrota desatará la ira contra un entrenador que no tiene poso ni fuelle para soportarlo, lo que permitirá mientas tanto, a Villasuso y Rosende transitar por aguas tranquilas en plena tempestad.
Flaco favor a una entidad dirigida por unos pocos pero sentida por tantos miles. Y es que a los cargos hay que llegar aprendido. Lo demás son cantos de sirena…que suelen desafinar. Salud y suerte!