El presidente Couceiro cayó en el mismo error que sus predecesores -Vidal, Zas y Tino-, cuando en su primera declaración pública mentó el término cantera como base del nuevo proyecto. Nunca una palabra fue tan vilipendiada en el seno de un club de fútbol.
 

Me atrevo a decir que el Deportivo nunca ha sido un club de cantera. En su época hubo muchos y excelentes peloteros coruñeses porque la situación económica y del momento dibujaban así el balompié, pero en cuanto emergió el fútbol moderno y la figura de Augusto César Lendoiro todo cambió.
 

La diferencia entre Augusto y los que vinieron detrás es que uno hizo y dijo las cosas a la cara -“entre cantera y cartera me quedo con los cuartos y ya ficho yo”-, y los otros, cierto es que sin tanto dinero, se aferraron a una realidad inexistente y por la que nunca apostaron, apostar, apostar, del verbo apostar. A partir de ahí, el Deportivo navegó y navega por aguas no transparentes. Se dice una cosa y se hace otra.
 

En mi opinión, el gran fallo de los últimos Deportivos y por ende del actual es la mala construcción de sus pilares. Es obligada la configuración de un organigrama piramidal que vaya en consonancia, que camine al unísono. Mismo método, mismo objetivo, mismos tiempos. Algo tan sencillo, que en la mayoría de las ocasiones no se cumple. Y en el Deportivo no se cumple.
 

De todos es sabido que en Abegondo hay dos formas de trabajar. La de los que creen a pies juntillas en el fútbol for-ma-ti-vo.  Ahí anda Fran. Y aquellos otros que son más resultadistas y que, como no podía ser de otro modo, están más cerquita de los que  mandan.
 

Y después está el primer equipo. Si esos que mandan no eligen para director del grupo a un entrenador con esa visión global que incluye valentía, confianza, raíces, continuidad… 
 

Si ese entrenador que se sienta cada quince días en el banquillo de Riazor no defiende esos valores, entonces amig@s, la cantera está aniquilada.
 

¿Qué consecuencias tiene esto? Pues a día de hoy que, pese a que el club no lo pretendía, se verá obligado a gastar este verano bastante dinero para tener opciones de ascenso. Un bote del dinero semi vacío, entre otras cosas, porque los encargados de hacerlo no fueron capaces de ‘colocar’ en su día a jugadores como Eneko Bóveda, Uche y otros, a los que se les hubo de pagar eurito a eurito. Una operación  inaudita en el fútbol internacional.