Lo improbable puede suceder. El San Tirso lo demostró superando once eliminatorias para llegar a jugar contra un equipo de Primera División. Lo imposible (hasta que se demuestre lo contrario), no.
Ningún equipo de Preferente ha eliminado a uno de Primera División desde que se dan este tipo de enfrentamientos en la Copa del Rey. Entonces, ¿qué es lo más bonito que podía hacer esta vez? Revelarse y tomarse la licencia de soñar durante un buen rato con que no estaba sujeto a ese destino. Y si vas 0-0 al descanso y 0-1 en el minuto 85, y además tienes presencia en ataque, la conclusión es clara. San Tirso, enhorabuena. Objetivo cumplido y expectativas superadas.
Mientras intercambiaban camisetas con los jugadores pericos, la grada despidió a los jugadores con un aplauso sincero. De los de verdad. En estos partidos, que ya son un premio de por sí, cabe la opción de no tener las armas para competir, pero a poco que se consigue genera un sentimiento de emoción en el público. Las 3.000 personas que se animaron a acudir a Riazor vieron como jugadores que en el día a día son totalmente anónimos tuteaban a un equipo de Primera División. Y claro, eso transmite.
Pero tras repasar el final, vayamos al inicio. A primera hora de la mañana el autobús del Espanyol se atascaba en el túnel de Juana de Vega, en la Plaza de Pontevedra. Esa era su bienvenida a A Coruña. Una metafora de lo que estaba por venir. No iba a ser tan simple como llegar, ver y vencer.
Horas después, la plantilla del San Tirso llegó a Riazor. No fue la primera vez para la mayoria de los jugadores, que en el mes de junio habían tenido la oportunidad de disputar la final de la Copa de A Coruña. Era distinto. Esta vez podían utilizar los vestuarios, la iluminación estaba a pleno rendimiento y había un speaker para recitar la alineación y los suplentes. Sus nombres fueron aclamados en un estadio de los grandes. Como para decir tras eso, con la ilusión que en ellos habrá generado, que no es lo ideal que el partido se dispute en Riazor. Claro que merece la pena, cualquiera que haya jugado al fútbol aficionado lo soñaría.
Y pese a ello, es legítimo preguntarse como habría sido el partido si hubiera tenido lugar en O Monte, el campo de este equipo. El formato es un sí, pero no. Desde luego ha mejorado la competición, mucho más abierta, pero da la sensación de que hay algo de marketing en la idea de que los modestos participen. Quizá algo más de pureza en el sorteo y en los terrenos de juego permitiría que, de vez en cuando, lo imposible pudiera suceder.
Más allá de eso, el equipo de Fabio Rodríguez disfrutó sobre el césped y logró lo difícil, llevar los ‘y sí sí...’ a la grada. Incluso puso nerviosa a la afición del Espanyol, que dejó patente su cabreo en la red social X al ver como su equipo no era capaz de adelantarse.
Se termina esta bella aventura. Con el reconocimiento de todo el fútbol coruñés e incluso de Manolo González, técnico rival. “Es un equipo que compite francamente bien”. Qué mejor piropo...