En un partido no apto para cardíacos, el Liceo arañó contra el Calafell un punto que puede valer oro en la lucha por la Final a Ocho de la Champions. Un golazo de Àlex Rodríguez a falta de 12 segundos para la bocina salvó el empate y provocó el delirio en la grada del Palacio de los Deportes de Riazor.

Y eso que el equipo coruñés mandó durante muchos minutos en el marcador, 2-0 al descanso y 3-2 después de la reacción visitante en el segundo acto. El Calafell, segundo clasificado de la OK Liga, demostró el porqué de su gran temporada, se levantó dos veces y tonteó con la campanada –ya asaltó Riazor el pasado diciembre en la competición doméstica–. Àlex lo evitó y el Liceo sigue vivo.

No habían pasado ni dos minutos del saque inicial cuando Dava Torres desvió a portería un tiro raso y cruzado de Pol Manrubia. Los catalanes pidieron patín del capitán –y probablemente con razón–, pero el dúo arbitral señaló gol y se lo dieron a Manrubia. 

Pelota parada
 

En un inicio frenético, el Liceo tuvo la primera bola parada a los cinco minutos por una tarjeta azul para Joan Escala por derribar a Manrubia, pero Àlex estrelló la directa en el poste izquierdo de la portería de Gerard Camps –el meta tocó la madera con su stick en señal de agradecimiento–. Los coruñeses tampoco aprovecharon la situación de ‘power play’, dos minutos en superioridad numérica de bombardeo con hasta ocho remates sobre el arco rival.
 

También dispuso el Calafell de una directa por la azul que recibió Arnau Canal, pero Martí Serra adivinó las intenciones de su tocayo Casas. El Liceo se defendió con uñas y dientes en inferioridad y, cuando recuperó al cuarto jugador, recuperó el mando y se fue a por el segundo. 
 

Insistió una y otra vez el equipo verdiblanco y el premio llegó a falta de un segundo para la bocina con una triangulación de libro entre César Carballeira, Dava y Àlex que acabó en gol del ‘27’.

El que perdona...

El panorama no cambió tras el descanso y el Liceo avisó hasta en tres ocasiones: una picada alta de Bruno Di Benedetto, un remate de Pol al larguero cuando Camps ya estaba batido y un dos para uno que Àlex y César no acertaron a resolver.

El que perdona lo paga, o eso dicen. Y en el único momento de debilidad local, el Calafell se metió de lleno en el partido con dos goles casi consecutivos, el primero de Casas y el segundo de Jordi Ferrer.

En unos minutos de auténtica locura, la respuesta fue inmediata. Dava asumió la responsabilidad, fusiló a Camps y, en el rechace, levantó a la grada con una maravilla técnica: la picó con su stick y la colocó suavemente en la escuadra.

'Thriller'

Cuando parecía que las aguas volvían a su cauce y el partido entraba ya en los cinco minutos finales, el Calafell volvió a golpear dos veces. Los goles de Humberto Mendes y Arnau Xaus le dieron otra vez la vuelta al marcador y helaron Riazor.

Nunca se rinde el Liceo, Juan Copa retiró al portero para acabar el partido con cinco jugadores y Àlex restableció el empate, el mínimo resultado que merecieron los coruñeses, dominadores, pero faltos de acierto en las áreas.

Con cinco puntos en cuatro partidos, el equipo verdiblanco ya es segundo del grupo A y se jugará la clasificación para la Final a Ocho en las dos últimas jornadas de la fase de grupos: en Lisboa contra el Benfica –ya clasificado– y en casa contra el Oliveirense. ¿Quién dijo miedo?