Dos goles en cuatro minutos en el campo de Joselu Mato pasaron a la historia como el debut con más pegada de un jugador de la selección española y transformaron la duda en contundencia en el estreno oficial de Luis de la Fuente como seleccionador, derrotando cuando acariciaba el empate a una Noruega que añoró la pegada de Erling Haaland.
Las reconstrucciones demandan tiempo, los retoque de estilo aún más. Detectar errores no asegura una rápida modificación. A España le costó décadas cambiar de la furia al toque y en su siguiente paso debe encontrar la manera de aumentar la verticalidad que impulse la huida de la posesión improductiva. No se modificó de inicio, con picos de hasta un 96% de pelota pero solamente dos llegadas a la portería rival en un primer acto de indefinición. Las mismas que necesitó Joselu para firmar un récord goleador.
Tiene España vicios adquiridos, como el riesgo excesivo en inicio de jugada, que se repiten hasta con cambio de seleccionador y de portero. Kepa arriesgó en exceso y la pérdida de Laporte pudo costar un susto en el disparo de Odeegard o el posible penalti tras su chut de Rodri.
Ya ganaba la selección gracias a la aparición de Dani Olmo en la primera acción de peligro a los trece minutos. De la pelea por un balón imposible de Mikel Merino y la movilidad de los cuatro jugadores de ataque que aparecen en fase final con De la Fuente, Morata salió de zona de remate y encontró la subida de Balde. Su zurdazo lo desvió con calidad Dani Olmo, con el exterior, a la red.
El tanto debía quitar los nervios del debut de encima pero España no se desató. Y eso que Rodri tomó el mando con jerarquía, aportando mayor juego en largo de lo que hacía Busquets, siempre con el apoyo cerca en doble pivote de Mikel Merino, clave con su movilidad para evitar fracturas de bloque tras pérdida. Pero faltó fluidez en la movilidad de la línea de tres que formaron Iago Aspas, Gavi y Olmo.
El carácter de la selección lo aporta el más joven. Gavi aparece para la batalla en cualquier zona, hace una falta que corta un contragolpe, busca el espacio pero carece de la finura con balón de los mediapuntas. En el sistema nuevo de De la Fuente, 4-2-3-1, debe encontrar su sitio. Posiblemente más cerca de Rodri. Se evidenció en cuanto entró Dani Ceballos al partido y tocó el primer balón.
Noruega se protegió de inicio, esperando una tormenta mayor, y tuvo momentos de dominio cuando sintió la duda española pese a su ventaja en el marcador. Con el gran condicionante de la ausencia de Haaland, buscó la luz cuando Odegaard apareció. Tuvo el empate pero se estrelló en Nacho y apareció Kepa, inseguro por alto tras 899 días de ausencia de la selección, pero exhibiendo reflejos para evitar el empate tras centro de Sorloth y remate a placer de Aursnes.
España sembró dudas con Morata siempre alejado de la zona de remate, apenas cerca del gol con un centro tenso de Olmo al que no llegó por milímetros. Entró siempre en juego lejos de una zona de influencia de un 9 puro. Los errores del Mundial por falta de efectivos no encontraron solución. Fue la aparición desde segunda línea de Mikel Merino, la que permitió acariciar el tanto. Sorprendiendo al segundo palo y con un disparo al palo corto cuando se esperaba un centro. La sacó abajo Nyland.
Tuvieron que pasar 50 minutos para que llegase el remate de un delantero, blando. De cabeza de Aspas al centro con exterior de Carvajal. Dio paso a un bajón de España que le pudo costar el empate cuando Pedersen se topó de nuevo con Nacho cuando parecía superado Kepa, que reaccionó a tiempo para sacar un balón que se colaba en la portería.
Actuó De la Fuente con rapidez para modificar un panorama que no le interesaba. La entrada de Ceballos, al que se esperaba de inicio como referente, devolvió el balón. La de Oyarzabal debía aumentar la profundidad. Yeremy completó un plan b que fue efectivo.
Con una personalidad arrolladora Ceballos demandó un protagonismo mayor, ejercer el liderazgo que desea en la selección en un momento de máxima inspiración. Se hizo con el partido, hizo jugar al resto y sirvió la sentencia a Yeremy que perdonó. En la segunda del extremo, optó por ponerla en bandeja a Joselu que, con segundos en el campo, chutó al aire de plena ansiedad.
Restaban diez minutos para el final cuando La Rosaleda, que por un día huía de la agonía de su Málaga y disfrutaba de nuevo del fútbol de elite, se enmudeciese al ver solo a Sorloth perdonar en el segundo palo lo que un goleador nunca puede fallar. Ahí estuvo el partido, tras una nueva muestra de debilidad defensiva de España, otro factor a mejorar.
El resto ya lo puso Joselu. Letal, como en LaLiga, en su remate de cabeza para ajustar al poste un centro de Fabián y segundos más tarde aprovechar la lentitud en la definición de Oyarzabal, el rechace de la parada de Nyland, y enloquecer con un doblete para la historia que maquilló en el resultado el inicio con incertidumbre de una nueva era.